Clubes de lectura: Una Esperanza

Autor: Mariana Yépez Andrade | RS 67


No es novedad que la afición a la lectura o lo que se denomina hábito lector ha decrecido o se ha debilitado por diferentes razones atribuibles entre otras, a la familia, la escuela, y al Estado.

La familia porque debe ser el primer elemento gestor, en el hogar se debe leer para las niñas y los niños desde temprana edad, aunque no necesariamente no sepan hacerlo a fin de ser introducidos en la lectura, porque es un hábito que se adquiere en la niñez o posiblemente en la adolescencia.

La escuela es otro espacio que genera hábito lector y para ello, al profesor debe gustarle leer para poder trasmitir a los niños el entusiasmo por la lectura.

Por otra parte, es clara la inexistencia de una política seria de lectura que determine una planificación y estrategias; sin embargo, no se puede soslayar que los aparatos electrónicos han ocupado el lugar de la lectura, y al respecto debemos preguntar ¿qué se lee?: mensajes, Facebook, twiters, etc.; y para qué se lee? ¿Esa lectura es formativa, o simplemente produce relax? También se ha incrementado una preferencia por el audio libro que es un acercamiento a la lectura auditiva, pero no debe ser la única forma de hacerlo, a menos que la persona tenga limitaciones que le impidan tener contacto directo con el libro.

En ese contexto, los clubes de lectura deben ser considerados como un gran aporte para el incremento del acercamiento a los libros. Se constituyen especialmente con mujeres que tienen lazos de amistad, o parentesco, o afinidad de intereses que les anima a la lectura de obras escritas de diferente género.

Las reuniones son mensuales o quincenales y una o dos integrantes asumen la responsabilidad de sugerir el libro que deben leer todas las socias, de hacer un análisis de forma y contenido para presentarlo en las reuniones periódicas para conocimiento de ellas, quienes a su vez tienen la responsabilidad de leer el libro y de compartir sus comentarios sobre lo que más les ha llamado la atención.

Esto significa que la lectura de un libro en un período de tiempo se vuelve obligatoria, comentada y razonada a profundidad. Se convierte en un deber para las personas que voluntariamente se vinculan a un Club, Desde luego que habrá normas que regulen sus actividades y una Directiva que organice y coordine su funcionamiento.



Existen varios clubes de lectura, e inclusive se han formado redes locales, nacionales e internacionales, mientras que otros son independientes, pero todos tienen el mismo objetivo: mantener el interés por los mejores libros, actualizarse en el trabajo de los escritores, en sus producciones y en las obras de reciente publicación.

Un Club no dejan que la lectura pase a segundo plano, contribuye al conocimiento y al crecimiento personal y cultural de hombres y mujeres que los conforman. A través de las exigencias establecidas, una persona leerá al año por lo menos 12 libros de calidad, hará análisis y podrá escuchar conferencias o estudios sobre los mismos. Los clubes también tienen espacios en librerías o centros culturales, que promueven la lectura en grupo bajo la responsabilidad de profesores de literatura o de quienes tienen compromiso con su difusión.

De ese modo la lectura no se pierde, tiene espacio, despierta interés, y es un medio para generar vínculos entre quienes forman un Club, lo que permite descubrir materiales de lectura, apoyar a los autores y mantener conexiones sociales, dando otra dimensión a las lecturas, fortaleciendo la comprensión y el sentido crítico ya que posibilita la comunicación con expertos. Los clubes han sido reconocidos como “un refuerzo para la comprensión lectora” según un investigador del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Salamanca.

En vista de que se trata de una conversación alrededor de un libro, la actividad del Club podría traducirse en talleres, lo que produciría conclusiones llevadas a escritos que pueden ser difundidos.

Un club tiene grandes satisfacciones porque además de cultivar el gusto por la lectura puede ser una forma de hacer amigos, pues se convierten en un espacio de socialización para alternar alrededor de la lectura, que obviamente disfruta y promueve el aprendizaje, desarrolla la capacitad de comunicación, de aceptar opiniones, de discutirlas y además introduciría en la lectura de géneros literarios nuevos y aún desconocidos. Las y los integrantes del club pueden convertirse en agentes provocadoras de lectura de sus hijos, nietos y otros miembros del grupo familiar, lo cual es positivo para despertar interés en esa actividad, con los beneficios que ello implica.

En general los clubes son grupos de personas que leen un mismo libro en un tiempo determinado para luego presentar sus comentarios dentro de un período que puede ser semanal.

Hay algunos presenciales, otros a distancia que se comunican por medios electrónicos o también pueden ser de carácter mixto. Hay surgido iniciativas de cafeterías, librerías, gestores culturales de formar clubes de lectura; uno de los más notables en el país es el del Fondo de Cultura Económica, que ha formado varios clubes, a los que asisten inclusive estudiantes, y funciona con modelos novedosos como son lecturas dirigidas y comentadas cada semana; la misión es establecer espacios participativos de lectura colectiva.

Cualquier modelo que se adopte es beneficioso porque forman lectoras y lectores con capacidad de análisis y de asimilar criterios de los integrantes con el único fin de adquirir conocimientos y crear espacios de reflexión que indudablemente mejora la calidad de vida de sus integrantes y no deja que la afición por la lectura desaparezca.