Agonizan las democracias

Autor: Alan | RS 76


Un 14 de Julio, hace 233 años, se recordó el momento en que Francia, hastiada de los abusos e incompetencia que, una monarquía arcaica y rapaz, imponía a un país sumido en la ignorancia y la miseria, al que Göethe, el gran literato alemán, que la recorriera unos años antes de la Revolución de 1889, decía, en pocas palabras, que no existía, pues, de lo que observara, “sólo existía Versalles”, y el resto malvivía para satisfacer los caprichos de una nobleza parásita. “Esto no va a acabar bien”, anunció premonitoriamente, y así fue.

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La Revolución Francesa, aún traicionada por las ambiciones imperiales de Napoleón, fue el episodio que puso sobre el tapete los límites del poder monárquico y las fundamentales nociones de los derechos del hombre y del ciudadano, conceptos nacidos de la filosofía de la Ilustración, empeñada en situar al ser humano en el centro del escenario político, y en tal medida, bebiendo de las fuentes que el Renacimiento había liberado.

La difusión, por el resto de Europa, incluso por las colonias europeas en América, de los principios de la democracia, sería incontenible, volviéndose, tras avatares, marchas y contramarchas, en el modelo de gobierno que, unido a las ideas liberales de la economía de mercado, se han convertido en norma básica para el desarrollo económico y humano más notable, sostenido y extendido, en todo el mundo.

Ese desarrollo, que no sólo se mide como PIB sino que engloba aspectos trascendentales como la seguridad jurídica, el Estado de Derecho, los Derechos Humanos, los límites del poder y las consiguientes libertades del individuo, es evidente y notorio en aquellos Estados que adoptaron esta virtuosa unión de la noción central de libertad en lo económico y político, bajo el manto de la democracia

LAS AMENAZAS
Lamentablemente, y desde varios sectores, la democracia, como institución conceptual y práctica, se halla amenazada y subvertida en muchas partes. Asistimos en este momento a una agresión a uno de los aspectos centrales del proceso democrático: las elecciones que una ciudadanía hace de sus autoridades y de sus representantes, en uso de su libertad de opción. En Guatemala, hace un mes, se votó para elegir presidente de la República, en un sistema de doble vuelta. El resultado dejó fuera de la segunda vuelta al candidato oficialista, al alcanzar el segundo lugar un outsider opositor al establishment político del régimen autoritario gobernante. El Tribunal Electoral, en un corto tiempo, informó al país y al mundo de los resultados de la primera vuelta, señalando que ningún candidato había alcanzado una mayoría absoluta, por lo cual convocaba a los dos más votados, a segunda vuelta, para el 20 de agosto próximo, Sandra Torres, por UNE, socialdemócrata y Bernardo Arévalo, por Semilla, que habían obtenido el 16% y el 12% del voto, en medio de un escenario de fragmentación política, con 7 binomios presidenciales y 13 partidos. Cabe destacar que la abstención alcanzó al 40% de los electores, y que el verdadero ganador de la primera vuelta fue el voto nulo, con algo más del 17% de adherentes, más un 7% de votos en blanco.

EL FRAUDE, JUDICIALIZADO
Pese a la proclamación de los resultados del Tribunal Electoral, se interpusieron recursos para desconocer los mismos, por diferentes operadores políticos, afines a las estructuras de poder tradicionales, y presumiblemente, al régimen de Giamattei, incurso en escándalos de variada índole, que expulsó del país a una misión de Naciones Unidas para combatir a la corrupción, apelando, cuando no, al manido y manoseado tema de la “soberanía”, mantra que se ha vuelto funcional para amparar bajo su manto los peores crímenes y abusos de autócratas y sátrapas de variado plumaje.

Increíblemente, un juez cualquiera, aceptó a trámite una acusación contra Arévalo y su partido, para inhabilitarlo de participar en la segunda vuelta, saltándose la autoridad del Tribunal Electoral, única competente en esta materia.

REACCIÓN INTERNACIONAL
La comunidad democrática internacional, como cabía esperar, reaccionó en protesta por lo que se estaba transformando en un desconocimiento del derecho ciudadano a elegir. La propia Corte Constitucional expresó su apoyo al proceso electoral, y finalmente, el propio gobierno guatemalteco reconoció los resultados, con lo que la segunda vuelta se dará entre Torres y Arévalo. Enhorabuena que así sea, y que al menos en esta oportunidad, el autoritarismo y la prepotencia hayan sido detenidos.

LOS COLADOS
Si resulta grotesco que, entre quienes han actuado internacionalmente para sostener la institucionalidad democrática en Guatemala ante la arremetida autoritaria, se han colado gobiernos, concretamente los de Argentina y Brasil, que han mantenido un estrepitoso y hasta cómplice silencio con el autoritarismo venezolano, que inhabilita a la candidata de oposición mejor posicionada para derrotar a la dictadura, María Corina Machado, luego de haber hecho lo mismo con otros líderes opositores, como Capriles, Ledesma o López, en un libreto ya institucionalizado, por el cual el régimen, en efecto, define no sólo sus propios candidatos, sino los de la “oposición” también.

“DEMOCRACIA RELATIVA”
Es más, el presidente Lula, desdiciendo de su histórica postura democrática y contraria a dictaduras y tiranías, que las sufrió en carne propia, tuvo una muy desafortunada frase en apoyo a Maduro, al decir “la democracia es relativa, en Venezuela hay más elecciones que en Brasil”. Eso implicaría, desde la óptica de Lula, que su gobierno es menos legítimo y menos democrático que el de Maduro.

No sé qué tan bien habrá caído esta expresión en Brasil, pero hacia afuera fue muy criticada, como lo fue también el triste papel de una diplomacia que se había caracterizado por su profesionalismo y seriedad, empeñada en unos lamentables esfuerzos por “suavizar”, diplomático eufemismo por disfrazar, la resolución que adoptó la OEA respecto de la dictadura del heredero político de Somoza en Nicaragua, el inefable Daniel Ortega, por sus graves y repetidas violaciones de derechos humanos, incluido el despojo de nacionalidad y la expropiación de los bienes de opositores, la persecución contra la Iglesia Católica, con el encarcelamiento del Obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, que ha sido condenado a 26 años de prisión por alguno de los imaginarios delitos que inventa el régimen contra sus adversarios, la expulsión del país de órdenes religiosas, bajo delirantes acusaciones de “conspiración”, y el hostigamiento a los fieles en el ejercicio de su culto.

LA DOBLE MORAL
Se hace evidente la doble moral con que se tratan los casos cuando los aspirantes a dictadores o éstos mismos, son ideológica y políticamente afines, y cuando no lo son. Que esta doble moral la practiquen países donde las dictaduras y los autoritarismos dejaron un recuerdo sangriento, es particularmente vergonzoso. Que diferente la actitud de Boric, que no ha tenido reparo alguno en llamar a las cosas por su nombre, condenando, sin los remilgos de una diplomacia almibarada, a los dictadores y a las violaciones de derechos y libertades. Con toda calidad moral, Chile ha expresado también su rechazo al intento de torcer la voluntad popular en Guatemala. Eso demuestra que si es factible una izquierda ética, algo que, y desde hace mucho tiempo, lamentablemente ha quedado en entredicho por actuaciones, pasadas y presentes, de un liderazgo

UNA GOLONDRINA NO HACE VERANO
En Guatemala, se logró detener el intento de fraude electoral, bajo la modalidad, ya no del venerable “paquetazo”, la introducción de papeletas falsas en favor de un candidato, o la más sofisticada y actual manipulación informática, que hace lo mismo, pero electrónicamente, sino a través de un método bastante más burdo, como es, una vez con los resultados conocidos y públicos, buscar descalificar, a través de una acción judicial, en este caso al candidato que se ubicó en segundo lugar, y por tanto el que deberá, en segunda vuelta, competir con la ganadora de la primera vuelta, aduciendo alteraciones de documentación que se debió presentar, por parte de los aspirantes a candidatos, en su momento, al Tribunal Electoral, el único competente para calificar la validez de tales documentos. En este caso, a un gobierno que ya venía duramente cuestionado por asuntos de corrupción, se le hizo muy cuesta arriba imponer, ante el país y el mundo, un relato evidentemente armado para desconocer una clara voluntad popular expresada en las urnas.



PARALELO EN LAS ANTÍPODAS
Mientras esto sucedía en Guatemala, al otro lado del mundo, en el reino de Tailandia, en el Sudeste asiático, se concretaba ahí sí, un fraude de enormes proporciones.

En el mes de mayo pasado, se celebraron elecciones al parlamento tailandés, un cuerpo legislativo de sui generis composición, pues el régimen militar que efectivamente gobierna el país, se reserva la designación de 250 miembros del Senado, que tiene la capacidad de obstruir al Parlamento, desde la designación del Primer Ministro.

Exactamente eso ha acontecido, a pesar de la contundente victoria que alcanzó la oposición, al obtener, los dos principales partidos de oposición en conjunto, 300 de los 500 escaños del Parlamento. El partido más votado, Avanzar, logró 151 escaños y casi 15 millones de votos, al tiempo que el Partido por Tailandia, también de oposición, logró 142 escaños, y algo más de 10 millones de votos. El total de votantes llegó a 39 millones, un 75% de participación, con casi 3 millones de votos nulos. Los votos sumados de los dos partidos opositores victoriosos significan el 70% de los votos válidos, pero por la forma de elección, no lograron obtener la mayoría absoluta en el parlamento. Los partidos más o menos afines al régimen militar, junto a los 250 senadores designados a dedo por el régimen, lograron impedir el nombramiento del líder de Avanzar, Pita Limjaroenrat, de 42 años de edad, que logró aglutinar en su torno una amplia coalición de grupos políticos y de gente muy joven, opuestos a una embozada dictadura militar, que ha gobernado el país con mano de hierro, desde 2010, utilizando a la figura del monarca como parapeto para su gestión.

Evidentemente, la arrogación de los dictadores de la facultad de designar, por sí y ante sí, de 250 senadores, constituye, ya de entrada, un fraude y una burla a cualquier concepto democrático de libre elección, es una tutela autoritaria, que está consciente de que ése número, en un país fragmentado en 70 o más partidos y movimientos políticos, vuelve prácticamente imposible nombrar un Primer Ministro sin el visto bueno de las Fuerzas Armadas. Incluso ante una victoria tan contundente como la alcanzada por la oposición, con el 70% del voto popular, con 300 escaños parlamentarios, no ha logrado que, como en cualquier parlamento, el líder del partido más votado pueda asumir, como lo ha expresado la voluntad popular, el cargo de Primer Ministro, y con él, la conducción del gobierno de su país.

Siguiendo el libreto de Guatemala, tras no haber logrado obtener apoyos suficientes en el amañado sistema, el líder del partido más votado en Tailandia, ha sido inhabilitado por la “justicia” tailandesa, a cuenta de tener unas acciones en una alguna empresa de medios, que está inactiva desde el año 2007. El Tribunal Electoral, entre cuyas funciones seguramente estará impedir que un candidato con impedimentos participe en una elección, y que, también seguramente será la única autoridad competente en su materia, al parecer, “no se dio cuenta” de la anomalía. La inhabilitación podría llegar a los 20 años. Se debe reconocer que, en este tema, la pionera es Venezuela, cuyo expertise está siendo de gran utilidad, como jurisprudencia y técnica, por otras dictaduras.

AUTOCRACIAS, LA NORMA
En una región en que las autocracias son la norma, no sorprende la forma de actuar de unas fuerzas armadas, que devienen en ejércitos de ocupación. El caso de Myanmar, vecino de Tailandia, nos ilustra perfectamente en cuanto al cómo se concibe y práctica el poder en la región. Tras una dictadura de 23 años, con un intervalo democrático entre 2011 y 2021, el ejército de Myanmar retomó sangrientamente el poder, precipitando al país a una guerra civil, en la que las atrocidades están a la orden del día.

El país está dividido en facciones armadas, con permanentes enfrentamientos contra el ejército, que identifica a la población civil como al enemigo. En cierta manera, sin toda la carga de ciego fanatismo ideológico que fuera el motor del genocidio camboyano por parte del Khmer Rojo, hay obvios paralelos entre las acciones de exterminio de fuerzas armadas, en uno y otro país y momento.

No se debe olvidar que el Sudeste asiático fue escenario de largas y dolorosas guerras coloniales y postcoloniales, que se prolongaron hasta los años 80 del pasado siglo. Es evidente una predisposición hacia el autoritarismo, y los esfuerzos realizados para tratar de establecer sistemas democráticos, se estrellan ante la tradición de los “señores de la guerra”, hoy atrincherados en Fuerzas Armadas supuestamente nacionales, pero que en realidad son instrumentos de una casta militar que juega para su beneficio exclusivo.

“AMISTADES” CONVENIENTES
Resulta ominoso el que el régimen militar tailandés, justamente en medio de un cuestionamiento cada vez más amplio de sus acciones, casa adentro y hacia el exterior, haya anunciado la realización de ejercicios militares conjuntos, nada menos que con las fuerzas armadas chinas, país al que le resulta totalmente indiferente el carácter autoritario y opresivo de otros regímenes, pues en alta medida son reflejo de su propia dictadura.

Es en China, donde la dictadura militar de Myanmar ha encontrado su mayor apoyo, al igual que en Rusia. Parecería que las observaciones de los países democráticos occidentales sobre derechos humanos y libertades son vistos con creciente hostilidad por las dictaduras y los regímenes totalitarios, que han hallado en potencias globales no democráticas, aliados y valedores que los respalden, diplomática y financieramente, además de proporcionales, por un precio, claro, el software y hardware necesario para la represión de su población.

EL ESTADO DELINCUENTE
No conviene olvidar que Myanmar es uno de los más importantes productores mundiales de opio, y consiguientemente, de heroína, actividad que se siente muy a gusto con gobiernos que, comprensivamente, se asocian al negocio, que deja suficientes estímulos para todos los participantes.

Esta nueva modalidad de Estado delincuente está creciendo significativamente en el mundo, en un maridaje infame entre crimen organizado y un poder político y/o militar, que opera para su exclusivo beneficio, en forma de una neo oligarquía criminal.

Este modelo lo vemos en operación en nuestro entorno cercano, como es el caso de Venezuela o Nicaragua, y más lejano, en Siria, donde la producción de una droga sintética barata, el Captagon, es hoy por hoy la principal fuente de ingresos del país, en un joint venture de familiares del dictador Assad, con oficiales de las fuerzas armadas sirias y con mafias narcotraficantes, que han logrado penetrar con su veneno en los ricos Estados del Golfo Pérsico, y en Arabia Saudita, al punto que, para frenar en algo la expansión de las adicciones, han debido readmitir a Siria al seno de la Liga Árabe, organización de la que fuera suspendida, por el exterminio de sus opositores, durante los 10 años de guerra civil en Siria. En efecto, a cambio de frenar el tráfico de captagon, Assad tiene las manos libres para continuar la represión como le parezca conveniente.

INCIERTOS ESCENARIOS
Además de triquiñuelas legales, los fraudes físicos o electrónicos, las inhabilitaciones, en fin, las democracias están hoy ante retos perturbadores, distintos y sin mayores referentes, entrando en terreno pantanoso e incierto. Estar atentos a estos síntomas es fundamental para su permanencia. A 100 años del manto oscurantista que comunistas y fascistas tendieron sobre Europa, resulta indispensable mantener viva la memoria del horror que trajeron al mundo; el genocidio, la guerra y la destrucción.