¿A quién desafía el feminismo?

El feminismo, desafío al ¿Estado? ¿al status quo? o, ¿a las costumbres?

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La escritora española María Zambrano, define a la democracia como “ese orden en que no es solo posible, sino es un deber, ser persona” y ese ser persona que parecería una obviedad, en pleno siglo XXI sigue siendo un anhelo truncado y por el que el feminismo, hoy con más fuerza que nunca, trabaja, protesta y lucha para alcanzarlo.
Sin embargo, en este proceso, en el que hay que reconocer, se han logrado avances cada vez en mayor número y en menor tiempo, existen todavía una serie de desafíos que el feminismo debe enfrentar para lograr y garantizar la tan ansiada equidad de género y erradicación de la violencia y que solo se puede alcanzar con un verdadero cambio en las estructuras sociales, económicas, jurídicas y políticas.

LOS DESAFÍOS
El feminismo debe articular los sentimientos, pensamientos y experiencias de las mujeres, para ello un desafío que enfrenta el movimiento, es lograr expresar, con un lenguaje y acciones respetuosas y apropiadas, qué esperamos, qué anhelamos y qué necesitamos. No se puede pedir erradicar la violencia si se la ejerce; no se puede hablar de ética si se descalifica, no podemos debatir, si se impone. Y para ello, el primer gran desafío del feminismo es la autocrítica, solo así se podrá fortalecer y multiplicar lo que se ha hecho bien y modificar lo que no.

Un segundo desafío es lograr la participación y la empatía de aquellas mujeres que por, cualquier que fuera la razón, siguen respondiendo y formando parte del statu quo heredado y bajo el cual fueron educadas o, de aquellas mujeres que dicen no “sentirse representadas”. Lamentablemente ser mujer no es garantía de ser solidaria. Y aquí un punto importante, el feminismo es universal, así como la afectación de una sociedad patriarcal, machista y misógina lo es, por tanto, el feminismo no sectoriza o no debería sectorizar ni responder a determinados grupos. El feminismo abraza a las niñas y mujeres de todas las razas, de cualquier condición económica y de todo el mundo, víctimas o no, las mujeres debemos ser empáticas, eso es imperativo. Atrás debe quedar esa competencia, crítica, deslealtad, rivalidad y enemistad entre el mismo género, producto de tabúes y normas sociales que siguen existiendo.

Y un tercer desafío es lograr que el mundo entienda que el feminismo no excluye al hombre, sino todo lo contrario. El género masculino es parte fundamental y necesario para los análisis y propuestas de fondo que permitan trascender en la agenda de la opinión pública y dejen de responder a la coyuntura.

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LOS LOGROS
El voto femenino y la inserción de las mujeres en el mundo laboral fueron, indiscutiblemente, hechos históricos que permitieron avanzar de manera tangible en este reconocimiento de derechos y capacidades de las féminas. Es así como hemos sido testigos que, en las últimas décadas, la participación de la mujer en la ciencia, en la cultura, en el deporte, en la política es real y que, industrias como la moda y el entretenimiento (incluyendo a empresas conocidas históricamente por machistas como Disney) se han comprometido con la lucha y han puesto en la palestra una narrativa con enfoque de género.

LA LUCHA CONTINÚA
Sin embargo, lo antes mencionado y la tan evocada independencia económica de la cual también cada vez más mujeres son partícipes, no basta. El gran desafío que enfrentan sociedades como la nuestra, donde la pobreza y la ruralidad todavía es profunda es que ahí el debate no se escucha, al conocimiento no se accede y la política pública no basta. A la par, el machismo parece estar calado en lo más subjetivo del ser humano, en las costumbres, en la cotidianidad, por lo que se requiere de un trabajo constante, interdisciplinario y multinivel para generar compromiso y complicidad del Estado, sus instituciones y de la sociedad para combatirlo y eliminarlo.

AVANZAR SIN DEMORA

El feminismo está desafiando los tiempos que maneja la academia, la educación y la política. No existen respuestas a la velocidad de las realidades. Solo por dar un ejemplo en el ámbito político, apenas en el 2007, en el gobierno de Rafael Correa se declaró política de Estado con enfoque de Derechos Humanos, la erradicación de la violencia de género hacia la niñez, adolescencia y mujeres y no fue sino hasta el 2021 en el gobierno de Guillermo Lasso que se decretó como prioridad nacional la promoción y defensa de la igualdad de género, así como el empoderamiento de las mujeres en el ámbito social, económico y político. Ahora claro del decreto al hecho, hay mucho trecho.

En cuanto al poder legislativo, desde 2010 han sido presentados 18 proyectos de Ley, tres han sido aprobados:
– Ley de Igualdad entre hombres y mujeres y personas de diversa condición sexo genérica (2012)
– Ley Orgánica Integral para prevenir y erradicar la violencia de género contra las mujeres (2017)
– Ley Orgánica para la erradicación la violencia de género contra las mujeres (2017)
Dos proyectos fueron archivados, dos unificados, sin que se les haya asignado todavía la comisión correspondiente, dos están desde el 2019 para revisión del CAL, siete para primer debate y dos para segundo debate.

LAS VÍCTIMAS DEMANDAN

Y mientras todo esto pasa (es decir, años), siguen existiendo víctimas porque la violencia no espera, la violencia no frena, la violencia no acaba.
El desafío es para todos, que este despertar colectivo producto de la frustración, el dolor y el hastío que padecen las mujeres en Irán, por ejemplo, sean el motor y la fuerza que obliguen a sistemas políticos y religiosos a escuchar, reivindicar y empoderar a la mujer.

El tiempo apremia, las mujeres son más que una cifra, más que un grito en las calles, más que unos cuantos colectivos, más que una normativa. La libertad y los roles de la mujer no se reducen al statu quo, a las costumbres o al Estado. La mujer es pasado, es presente y sin duda es futuro. El gran desafío para todos es lograr que todos los “bandos” levanten la bandera del feminismo y no la entierren hasta que exista un verdadero respeto a la mujer y sus derechos, así dure unas cuántas décadas más (aspiro y sueño, a que sea en menos tiempo).

Guilda Figueroa Grijalva