Un país de empresas enanas

En el país ha predominado un discurso que enaltece a las microempresas como ejemplos de emprendimiento y determinación. Sin embargo, esa condición debería ser temporal y, con el objetivo final de contar con empresas grandes y formales que generen abundantes puestos de trabajo y el mejor servicio posible. Para ello, lo ideal sería contar con un entorno dinámico de microempresas, en el que algunas crecen y otras perecen para luego renovarse.

La realidad es distinta. En Ecuador, más del 95% de las empresas existentes son microempresas sumamente precarias.

Este entorno de empresas diminutas, en la mayoría de los casos informales y condenadas a la mera subsistencia, es sumamente ineficiente para la economía y ensombrece las perspectivas de desarrollo. Bajo un esquema de ese tipo, las empresas y sus trabajadores no desarollan habilidades complejas ni aportan un volumen creciente de valor agregado. Al contrario, en un escenario de empresas mayores, los consumidores se benefician con mejores productos y servicios, los trabajadores adquieren conocimiento especializado, e incluso el mercado financiero obtiene acceso a nuevos clientes corporativos.

Tanto los multilaterales como los académicos coinciden en sus visiones sobre lo que el país necesita para evolucionar hacia ese escenario. Se debe reducir la tramitología, invertir en obra pública —especialmente de conectividad— y reformar la política educativa y económica para que privilegien la innovación y la productividad. No obstante, lo primero, como siempre, es contar con determinación y voluntad política, algo que aún está por verse.