Un Mundial lleno de esperanza

Hace apenas un par de años, cuando la pandemia del COVID-19 estaba en auge —con los confinamientos en marcha y el sistema mundial inmerso en una disrupción total—, y la incertidumbre se imponía, volver a disfrutar de un Mundial de fútbol en todo su esplendor lucía como un lujo improbable. De igual manera, cuando hace nueve meses los tanques rusos echaron a andar sobre suelo ucraniano y sacudieron con ello los cimientos del comercio y del abastecimiento energético del planeta, resultaba aventurado predecir qué estaría pasando a estas alturas. Y lo mismo podría decirse a partir de toda la serie de crisis regionales que han azotado Oriente Medio y la región del Golfo Pérsico, o de los sombríos pronósticos que —quizás por simple exceso de información o por pesimismo crónico— tantos tejen sobre el futuro próximo: la verdad es que, pese a todo, aquí estamos; el Mundial de Catar 2022 ha llegado y, con ello, un justo momento de alegría y esparcimiento para los miles de millones de aficionados, en todo el mundo, al “deporte rey”.

La elección de Catar como sede ha despertado críticas —sobre todo por temas de derechos humanos— pero, al mismo tiempo, es una ventana que permite vislumbrar un esperanzador futuro. Hace pocas décadas, era un país pobre y marginal; ahora, este pequeño país no-occidental es uno de los más prósperos, al punto de haber podido invertir más de 200 mil millones de dólares en la modernización nacional que requería el evento. Donde había solo desierto, hoy hay prosperidad.

Por último, estamos prestos a ver el mejor fútbol de la historia, tanto nacional como mundial. El permanente trabajo y la constante inventiva humana hacen que el presente sea siempre mejor que el pasado, y el fútbol no es la excepción. Disfrutémoslo.