Un alto a la desfachatez

En la lucha contra la corrupción, el peor obstáculo es la resignación. Poco lograrán las autoridades si el grueso de la población y sus representantes optan por una actitud fatalista ante el saqueo de lo público que concibe a los corruptos como un inevitable parte del sistema. Ecuador parecía haberse resignado.

Años de hipervigilancia interna, justicia instrumentalizada, organismos de control secuestrados y leguleyadas para silenciar a la prensa normalizaron una sensación de indefensión ante las autoridades deshonestas.

El abuso se exacerbó lejos de los centros de poder y en ciertos gobiernos locales. Reinaba la impresión de que, en medio de un gran escenario de impunidad en el que los ojos de la justicia jamás se posaban sobre las autoridades nacionales, era aún más improbable que alcanzasen un día a las locales.

Llegó al punto de que los mafiosos perdieron el decoro y las obscenidades típicas de las más decadentes y pintorescas tiranías cleptocráticas se volvieron tolerables: tráfico de influencias por escrito, ostentar propiedades y carros de lujo fruto del robo de lo público, el mecenazgo de caprichos artísticos de los allegados, el encubrimiento de familiares y otras vergonzosas excentricidades.

Habrá que esperar la decisión de la Justicia, pero los allanamientos y detenciones que efectuó la Fiscalía en su investigación de aquellos que han saqueado al Municipio de Quito durante más de una década es un gesto alentador. De a poco, volvemos de la anomia de la que parecía que jamás saldríamos.

 

 

 

FRASES DEL DÍA

«No existe nadie ‘sin voz’, sino apenas gente deliberadamente silenciada o sistemáticamente ignorada.”

Arundhati Roy (1961), escritora india

«El subdesarrollo no es carecer de futuro, sino nunca estar en el presente.”

Arnaldo Jabor (1940), cineasta brasileño