Vergüenza ajena

Carlos Arellano

La palabra vergüenza, como lo explica la Real Academia Española, es la turbación del ánimo ocasionada por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante. “Sentir vergüenza ajena” es la sensación de incomodidad que sentimos cuando otra persona comete un acto bochornoso e inapropiado.

Las redes sociales transformaron las acciones vergonzosas en una práctica común y aceptable. Por ejemplo, los candidatos a las distintas dignidades de elección popular son quienes -a falta de ideas y de dignidad- incursionan en TikTok, un medio social destinado -generalmente- a la sátira y deshonra.

En un video de dos minutos de duración, una de las candidatas a la Prefectura de Tungurahua, entre un escuálido cántico, desintonizado, burlesco y bochornoso, narraba su intimidad familiar y personal. La expresión “sentir vergüenza ajena” toma sentido al describir la desilusión y molestia que provocan estos pobres políticos, a quienes poco les importa perder su escasa dignidad con tal de recuperar el poder.

Sin ningún control deambulan por las calles empapelando la ciudad con sus vastos carteles, desplazándose en costosos vehículos forrados de enormes pancartas que glorifican sus rostros sin pudor. Son aspirantes a prefectos, alcaldes y concejales, quienes acechan las puertas de nuestros hogares buscando con desesperación un voto. Algunos ofrecen transformar la provincia y sus cantones, y otros -aún en funciones- adjudican e inauguran obras de último momento.

En estas épocas no solo padecemos por la inseguridad. Del mismo modo sentimos pavor de encontrarnos con uno de estos postulantes cuando –sin nada de vergüenza- están humillándose mientras graba un video. Incluso, no nos queda más que huir despavoridos cuando intentan dialogar con nosotros en un autobús, en una acera, en un parque o en un mercado aparentando que entienden las necesidades de la provincia y de la ciudad.

Imaginar que faltan pocos días para que la campaña nos arremeta sin tregua, nos inquieta, nos perturba. Ojalá que esta pesadilla electoral repleta de humillaciones y falsas acusaciones concluya para que estos desvergonzados fantasmas descansen mientras esperan las elecciones seccionales del 2027.