El transfuguismo en la política

Giuseppe Cabrera

Ya aprobado el calendario electoral, los partidos políticos se encuentran en la búsqueda de candidatos y, esa es la palabra correcta “búsqueda” porque pocos, por no decir ninguno, son los que hacen una “selección” entre sus militantes para elegir al candidato a legislador, que es lo que debería ser lo correcto. Por eso, en ese trajín vemos nuevamente el tránsito de personalidades que van desde una facción dividida de alianza país, como es amigo, al partido socialista y hoy el partido social cristiano, el caso de Freile ejemplifica de buena manera lo que está sucediendo en todo el país.

Los políticos y los partidos cambian de postura cómo cambiar de camiseta diaria, de ahí que la gente hable del camisetazo. En la Asamblea Nacional cesada 24 asambleístas han dado el camisetazo según FCD, dejando a la organización menos fuerza para presentar proyectos de ley y fragmentados en las votaciones del pleno, como vimos en el caso de PK y la ID, que no pudieron votar en bloque en la continuación del juicio político.

En buena medida el problema del transfuguismo lo tienen los partidos políticos, que son manejados como haciendas o clubes de amigos, en lo que quienes mantienen la dirigencia local o nacional obligan a replegarse a cualquier disidencia, censurándolos, aislándolos o incluso expulsándolos, cuando lo lógico es que en un partido político pueda haber distintas posiciones y candidatos, sin necesita de ser amigos estos con los dirigentes pero, son condiciones y características lo que lo hacen candidatizable, obligando a muchos políticos a buscar una tienda política que sí les preste atención y les dé un espacio, así pasó por ejemplo con el caso de Sixto Durán Ballén, quien terminó fundando su propio partido político, ante la negativa del PSC de darle una nueva candidatura en 1992, que terminó ganándola.

También están los políticos que se creen agentes libres y, primero presentan su candidatura y luego, quién la apadrine, como Topic, Otto, Freile, Villavicencio y casi todos los candidatos de esta elección, su “fama” pesa más que sus incongruencias o diferencias ideológicas con el partido que lo candidatiza.