Sí se puede

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

El Presidente inició su discurso de posesión haciendo referencia a la muerte -la real y la política- que ha sufrido el país en el último período. Asume este reto, como la oportunidad de devolvernos la esperanza, casi extinta, y luego la vida. Para hacerlo, ha dado en el clavo: acabar con el ciclo eterno de extremismos y revanchas que nos jalonean, demostrando la planicie intelectual de ciertos actores políticos que nos condenan a la mediocridad y la esterilidad histórica.

El flamante Presidente, es apenas unos años mayor de lo que fue Juan José Flores al asumir el mando, siendo el segundo más joven de nuestra historia, representa el espíritu de su generación: el hartazgo de las luchas intestinas entre fanáticos, se definió libre de esas cadenas y en un acto de magnanimidad y patriotismo dijo que no olvida la persecución sufrida por él y su familia en otros gobiernos, pero no viene por “venganzas contundentes” sino por desarrollo, y eso exige paz política. Una lección inalcanzable para Mónica Palacios o Viviana Veloz, cuya bajeza quedó potenciada al ridículo la mañana del jueves.

Noboa tiene por delante un gobierno corto, en un ambiente hosco y complejo, pero quien busque mareas apacibles no debería meterse en política. No es un hombre ingenuo, así que confío en su capacidad de entender el calibre de sus enemigos y la altura del desafío.

Espero que tenga éxito en su misión de aplacar el revanchismo sin temer la brevedad que lo acecha. Existen precedentes de éxito, pienso en Clemente Yerovi Ibarburu, presidente interino que tuvo un paso rápido pero templado por Carondelet, puso las cuentas en orden y salió del poder con la misma caballerosidad y limpieza con la que ingresó. Demostrando que sí se puede, aunque haya quienes se empecinan en hacernos creer lo contrario.