La segunda diáspora ecuatoriana

Christian Pérez Escobar

Ecuador ha vivido dos olas migratorias de grandes magnitudes en el tiempo contemporáneo. La primera se experimentó entre los años 1999 y 2005, período en el cual migraron cerca de 400.000 ciudadanos según el censo realizado en el año 2011; aunque los registros de entrada y salida sugieren que desde 1999 hasta 2007, casi un millón de ecuatorianos dejaron el país. La causa de esta migración masiva se debió a la recesión producida por el feriado bancario ya que vieron sus depósitos congelarse en las cuentas bancarias, perdieron sus empleos o no tuvieron la capacidad de generar poder adquisitivo para mantener a sus familias.

La segunda ola de migración se ha dado en estos dos últimos años, siendo su destino mayoritario EE.UU., de manera irregular, intentando cruzar la selva del Darién, exponiéndose a una travesía peligrosa por las condiciones climáticas y del terreno y las extorsiones que sufren en el camino. Entre enero y agosto de 2022 se contabilizaron 1.326 deportados; mientras que en el mismo período de 2023, esta cifra aumentó a 12.959 la Subsecretaría de Migración del Ministerio de Gobierno. Las causas de esta migración son evidentes: inseguridad/delincuencia, falta de empleo y situación económica.

El país en este momento no ofrece las condiciones necesarias para que las familias puedan tener la certeza de construir un futuro. Los servicios públicos se han visto venidos a menos con la  reducción de presupuesto y la nula capacidad de gestión desde el gobierno central; lo que se verá profundizado si existen a futuro intentos de privatización de derechos esenciales como la salud, seguridad social y educación, convirtiéndolos en servicios privados para que accedan quienes puedan pagarlos.

Asumir el mandato de gobernar el país en las condiciones críticas en las que nos encontramos no debería ser un capricho o un “logro” para incorporarlo en la hoja de vida ya que los aciertos o errores únicamente generan costos políticos para quien llegue a Carondelet, pero ocasionan daños irreversibles en quienes tienen que luchar diariamente por sobrevivir en este campo de guerra llamado Ecuador.