No lo veían venir

Rocío Silva

Según denotados videntes, autodenominados analistas políticos, que en los últimos tiempos son consultados por todos los noticieros y medios de comunicación, hay sentencias que pierden piso  en estas elecciones anticipadas,  dentro en esas sentencias está “ el debate no es visto y por tanto no influye en los resultados electorales”.

Una vez realizado el debate, cuya medición de audiencia, representó muy altas cifras, y después de los resultados de la primera vuelta, esos mismos denotados videntes encasillan a Daniel Noboa cómo un fenómeno político sin precedentes, y se crean las más disparatadas razones para que haya pasado a la segunda vuelta, quien  empezó el mes de agosto con una aproximación al 5% en la intención de voto; también sostienen que Noboa fue el  primer sorprendido de los resultados, porque había realizado una campaña de baja intensidad que ni siquiera salió de Guayaquil, y respaldan esta tesis en que no hubo la preparación de un evento para recibir resultados.

Obviamente, que una estrategia de presencia en territorio, con un discurso formado y pensado en las necesidades reales de los ecuatorianos sobre producción, trabajo, ambiente, seguridad con cifras econométricas  y propuestas de contundencia social proveniente de la formación académica, no lo vieron venir los otros candidatos y mucho menos los asesores políticos tradicionales, que menospreciaron desde el principio el voto joven y sus agendas, creyeron que las herramientas de redes sociales como el Tik Tok y la conformación de personajes chuscos, serían infalibles, y que en el debate medirían fuerzas en la contienda verbal saturada de reclamos y negaciones.

El voto de los jóvenes demostró que sus intereses ciudadanos van más allá de lo fugaz de la sonoridad virtual y de la pirotecnia, entienden que la disciplina, la visita a territorio con la ausencia de tarimas, en una postura continua de no confrontación, a partir de la formación profesional y por sobre todo el manejo de una inteligencia emocional, de hecho, abrieron la esperanza por la seguridad y empleo en los próximos 18 meses. En fin, parece que los ecuatorianos vamos haciéndonos eco del pensamiento de los jóvenes, cómo que nos vamos cansando de la bronca y del miedo.

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