Mercedes Sosa

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Un día como hoy el destino quiso que naciera Argentina, por accidente, como cualquier país y Mercedes Sosa por aparente casualidad, como cualquier persona. Mercedes se convirtió en uno de los tantos ídolos populares que ese país ha brindado a la cultura popular de nuestra región, también en una de mis deidades personales y su voz en una marea pacífica aún insustituible desde su partida.

Su obra fue generosa porque es sustancialmente un constante reencuentro con la poesía latinoamericana. Difundió los ritmos más arraigados y universales de nuestra música y elevó la interpretación a ejercicio creativo como si se tratara (y se trata) de una cuestión mística o sagrada. Mercedes hizo alta cultura con lo que sólo se consideraba folclore, su trabajo fue siempre profundo, elevado e impecable al punto que logró mimetizar su obra musical con la filosofía, la política, la historia y la religión sin perder independencia, belleza o decencia en ningún momento.

La mujer que vivió cantando como la cigarra un eterno agradecimiento a la vida y que nos recordaba que vivir es más que perdurar, nos dejó tras sufrir una larga sucesión de episodios depresivos que la consumieron hasta lo irremediable. Exquisita, sensible y maternal, Mercedes dejó un legado que nos debería unir y enorgullecer como latinoamericanos.

Es una lástima que en tan pocos años las injusticias ideológicas o la manipulación del mercado nos hayan hecho creer que nuestra cultura es sólo reguetón, narco, y melodramas mexicanos.

Es injusto para personalidades de la talla de Mercedes Sosa, cuyo trabajo no sólo representa cuidado sobre el pasado sino también originalidad y engrandecimiento para el futuro. Vale la pena recordarla en una fecha como hoy y recordarnos a nosotros mismos que somos parte de una cultura riquísima, viva y libre. Feliz Cumpleaños, Mercedes.