¿Luego de los radares qué?

Carlos Arellano

La alcaldesa de Ambato Diana Caiza, enarboló la expiración del contrato de los fotorradares como un hito digno de celebración. ¿Es justificable celebrar la no renovación de un acuerdo cuya terminación es meramente una decisión política que no demanda más que el mínimo esfuerzo de un grupo de burócratas municipales? Resulta sorprenderte, además del despilfarro de recursos públicos en eventos convertidos en plataformas propagandísticas, que tal resolución se festeje como algo extraordinario.

Un amargo sabor queda al leer las expresiones de la alcaldesa en sus perfiles en redes sociales, cuando declara textualmente que: «Ambato se desenvolverá con oportunidades de turismo, comercio y marcará el ritmo del sector productivo y financiero, sin la presencia de ‘fotorradares’ en nuestras avenidas».

Cuando un político se erige en un auténtico estadista, sus afirmaciones vienen respaldadas por datos que sustenten su argumentación. ¿Cuál ha sido el impacto sobre el turismo y el comercio por la instalación de estos dispositivos cuya finalidad era reducir la siniestralidad en las vías ambateñas? ¿Cómo se verá beneficiado el sector productivo y financiero con la retirada de estos sensores?

Sentir orgullo por el fin de un contrato es un acto de engaño, incluso una burla. Pues, sin un plan vial que priorice -especialmente- la seguridad de los peatones, las calles volverán a sumirse en la siniestralidad que en su momento lograron mitigar estos radares. Entonces, ¿cuál es el plan que la Alcaldesa implementará para educar y sancionar? ¿Se instalarán semáforos o reductores de velocidad en las vías? ¿Los agentes de tránsito se desplegarán en estos lugares para controlar a los temerarios conductores? Esto último es improbable dado que, si durante los cortes de energía varias vías en las zonas de mayor tráfico reflejan la ausencia de los agentes, difícilmente lo harán para controlar los sectores problemáticos de la urbe.

Un acto de genuina celebración debería consistir, por ejemplo, en la inauguración de un importante proyecto de infraestructura capaz de transformar la realidad de un sector específico del cantón, o cuyos beneficios trasciendan lo local para ser útiles a la provincia o incluso al país en su conjunto. Pero, acá las obras escasean mientras lo urgente es desatendido u olvidado.