Travesía Legal

Travesía Legal
Travesía Legal

Pablo Javier Villavicencio García  

En el ámbito profesional, no hay ente más camaleónico que el abogado. Con su distintivo traje y corbata, que imaginariamente usa una toga negra, que asemeja un ave agazapada, cuyas alas están dispuestas para desplegarse en cualquier momento. A lo largo de su carrera, este ‘Phoenix jurisprudencial’ deberá aprender a elevarse por encima de las expectativas, desafiando con ello la gravedad del conformismo.

Los primeros años de la carrera legal, con su marea de textos legales, casos complejos y horas nocturnas incontables, constituyen el nido del que el abogado eventualmente debe alzar vuelo. Y aunque puede ser aterrador desafiar los vientos de la incertidumbre, sólo quien se atreve a enfrentarlos puede sentir el vértigo del ascenso.

No obstante, el abogado no levanta el vuelo impulsado únicamente por su fortaleza académica. Como un ave que se impulsa con el viento, este se eleva gracias a su habilidad de adaptarse a las corrientes cambiantes de la ley, utilizando la sabiduría de los viejos estatutos como guía y la innovación de las nuevas interpretaciones como propulsión.

Tal como se aprecia en la vida de las aves, un abogado en pleno vuelo debe también entender que cada etapa de su trayectoria no es más que un tramo del viaje. Cada juicio ganado, cada cliente satisfecho, cada interpretación magistral de la ley, es solo una parada en la ruta del crecimiento constante.

No es secreto que no todos los días son de vuelo; hay temporadas de lluvia y viento en contra. Y en estos momentos, recordar que incluso las águilas más majestuosas deben aterrizar para descansar y renovar fuerzas, puede servir de aliento.

Ironías de la vida, este ‘Phoenix’ nace del nido de la academia, se eleva por los cielos de la profesión y, al final, descubre que su destino no es llegar a alguna cima, sino seguir volando. La ley, al igual que el cielo, es un terreno vasto y en constante cambio, y el abogado debe afrontar el desafío de seguir creciendo y adaptándose, sin miedo a explorar nuevos horizontes. En fin, el cielo es el límite, ¿verdad?.

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