Álvaro Peña Flores
Celebrar el día del padre es conmemorar el importante rol que la figura paterna (hombre) cumple en el eficaz desarrollo de la familia de forma interna como a nivel social. La literatura que habla acerca del padre es extensa, ya sea para alabarlo, para rescatar sus cualidades, o para proponer el perfil idóneo de los padres ante el surgimiento de las nuevas tendencias o modelos de familia en el entorno.
El concepto de padre ha variado de acuerdo a la cultura que se analice, al rol que ha cumplido en la familia, a la religión que se profese y a la etapa de la civilización de la que se esté tratando. El modelo clásico de la tipología de padres es el conocido como el “protector-proveedor”, llamados también padres industriales, porque proveen del sustento económico, traduciéndose automáticamente en protección, olvidándose muchas veces del aspecto afectivo, emocional y disciplinario; cuyo patrón de conducta se ha transmitido por generaciones. Ante este modelo existe uno más conciliar y flexible que es el “doméstico-cuidador”, que implica el ejercicio de roles en donde se asumen actividades y responsabilidades que tradicionalmente recaían sobre la madre, como son: la ayuda en las tareas de la casa y el apoyo en el cuidado y la crianza de los hijos.
Ante las evidentes brechas familiares que están surgiendo, retomar el rol paternal es fundamental. Proveer y cuidar es muy importante, pero a la par de esto debe estar “la autoridad”, en la que se refleje el influjo positivo del padre como cabeza del hogar; el éxito profesional y laboral en el padre de familia también es importante, porque combinado con la autoridad, ayuda en la crianza y desarrollo eficaz de actitudes y aptitudes de los hijos, como respuesta a las demandas que la sociedad hoy exige, frente a: crisis de valores; hijos apocados, vulnerables y malcriados y, esposas y madres sobrevaloradas, que voluntaria o involuntariamente han asumido el rol que no les corresponde.