Otro más de fútbol

Positividad tóxica
Personaje lojano

Álvaro Peña Flores

Cuando parecía que estábamos en el mejor momento del partido contra Argentina, llegó lo esperado, el gol con el que empezaban a diluirse nuestras ilusiones de pasar a semifinal en la Copa América. En un artículo anterior que tiene mucha relación con este, hacía un análisis de la situación de la Selección Ecuatoriana de Fútbol, en el que se abordaba entre otras cosas la importancia de la psicología y la inteligencia emocional en los jugadores para tener un desempeño óptimo.

Mantener a lo largo del tiempo la motivación, su alto rendimiento y los recursos necesarios para afrontar las situaciones de competición así como las circunstancias de crisis es el principal objetivo de las ciencias psicológicas aplicadas al deporte, mediante procesos sistemáticos adaptados donde entrenen las habilidades psicológicas a los deportistas según sus necesidades en cada etapa de su vida profesional. No sé si la Federación Ecuatoriana de Fútbol mantenga procesos formativos de este tipo para los seleccionados, pero se debería tratar con mayor seriedad el asunto, no podemos cada campeonato hacer el ridículo con resultados deprimentes.

Hay que señalar que el talento innato no es suficiente para mostrar resultados óptimos, el trabajo duro y esfuerzo diario, debe combinarse con la preparación intelectual en todas las áreas, de esta forma se mejora la resiliencia luego de una derrota y se mantiene la motivación en el día a día. Todos nos preguntamos ¿Qué distingue a un futbolista ecuatoriano de uno argentino? El talento en los genes, ya lo tienen, la diferencia radica en el tipo de preparación y la motivación intrínseca personal. Muchos de nuestros deportistas, juegan al fútbol por profesión, o al menos eso se ha notado, mientras más dólares haya, más motivación tienen; otros tanto en cambio, juegan por convicción, amor y pasión. La diferencia radica allí, en el fin último cada uno tenga.

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