Priscila Amalia González Briceño
Algo que no debemos dudar es que la naturaleza es sumamente extraordinaria, capaz de mostrar su belleza pero también su poderío, lamentablemente muchas personas cometen el error de subestimarla y los resultados no le son para nada favorables. Es aquí, donde cabe la palabra desastres, los mismos que han estado asociados a la historia de la humanidad.
Los impactos y consecuencias negativas de los diferentes eventos peligrosos han determinado progresivamente la necesidad de la reducción del riesgo y de la preparación de toda la sociedad, es entonces, necesario repensar la adopción de medidas que limiten los impactos, ya que es imposible suprimirlos.
Podemos decir que no ha pasado mucho tiempo en el cual se empiece a estudiar y analizar el manejo de los desastres en forma sistemática, los desastres no pueden ser estudiados solamente en el momento de su impacto o en relación con los daños posteriores que deja, sino más bien mucho antes que esto, a través de la construcción de las ciudades, en los estudios geológicos para escoger el lugar donde construirlas, en la capacitación de la población y en su organización para responder en forma eficiente ante la posible presencia del evento.
Sin duda, cada desastre tiene sus características particulares, algunos pueden preverse con varias horas o días de anticipación, otros en cambio se producen sin aviso previo, sea cual fuere la modalidad del desastre, las autoridades locales y la comunidad tienen que estar entrenadas y capacitadas para dar la primera alerta y respuesta, que permita atenuar sus consecuencias en el enfrentamiento y salvar muchas vidas.
Para ello contar con planes locales de emergencia y desastres son herramientas útiles para coordinar los esfuerzos de todos y para adelantarse a una emergencia, con el fin de disminuir e incluso evitar los daños humanos y materiales.
No dejemos que entre el pasado y el presente nuestra brecha sea la memoria, mejor hagamos eco de la importancia de contar con un plan y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo.