Brenda Valdivieso Vélez
El 07 de abril de cada año ha sido declarado el Día Mundial de la Salud y en este 2022, el tema es: “nuestro planeta, nuestra salud”. Inevitablemente, con esta referencia viene a mi mente la emergencia sanitaria mundial que hemos atravesado por la pandemia del COVID-19, y ahora más de dos años después, al parecer la curva de contagios empieza a disminuir y los gobiernos a nivel mundial paulatinamente suavizan medidas de bioseguridad. En nuestro país, se permite el 100% de aforo en ciertos eventos. Además, que se prevé eliminar el uso obligatorio de mascarillas en espacios públicos. Bajo este escenario, te pido por favor no volver a la “normalidad”: no te pongas otra vez ese traje de inquebrantable, invencible, insufrible e inmortal.
Somos seres humanos frágiles y mudables y no podemos olvidar lo que hemos vivido; regresemos a nuestro estado natural, quedémonos más compasivos, vulnerables y empáticos para siempre. Retornemos entonces a nuestras raíces: a lo que importa. Con nuestra mirada en la unión familiar, la fraternidad y el amor. Recordemos cuando salíamos a los balcones a cantar, aplaudir y ovacionar a médicas/cos, enfermeros/as y a todos los trabajadores de primera línea. Sobre todo, agradezcamos por los héroes diarios, sin capas ni filtros de nuestras vidas y brindemos un abrazo ahora que podemos; a tu padre y a tu madre, abuelos, hijos, hermanos y seres queridos. Perpetuemos a quienes adelantaron su partida porque somos finitos, sí, somos humanos.
Por tal motivo, hoy recuerdo la importancia de cuidar la vida, el planeta y a todos nuestros semejantes hasta el día de nuestra partida como si realmente hubiésemos aprendido algo. Posiblemente una lección de vida consistente en transformación y evolución que nos permita la construcción de un mañana más brillante para cada uno de nosotros, pero sobre todo una mejor sociedad hacia las generaciones venideras.
Con seguridad tenemos más esperanza, fuerza, convicción y coraje para continuar viviendo.