Las barreras del sinsentido de la vida

Del postureo al delito
Del postureo al delito

Álvaro Peña Flores

Albert Camus, defendió muchas tesis y teorías que nos invitan a la reflexión y al análisis del ser humano, de la sociedad y del papel que éste cumple en ella. Con su pluma interpela acerca del sentido de la vida y de la razón de ser de nuestra existencia. Él, conjuntamente con Heinrich Böll, pertenecen a ese tipo de escritores que abordan el pesimismo y el absurdo, cuestionan los detalles de la vida y el sinsentido del hombre frente a las tribulaciones que hacen perder el gusto por vivir y lo empujan a la parsimonia social y personal. Ambos crecieron en las épocas de las postguerras mundiales, situación que los llevó a pensar y discernir las cuestiones humanas.

“La vida no tiene sentido, pero vale la pena vivir, siempre que reconozcas que no tiene sentido”, con este pensamiento de Camus, me gustaría abordar un ejemplo que delinea el sinsentido de la vida: María es una madre soltera, que la vida le ha pegado muy duro, desde su niñez hasta hoy, con todo tipo de precariedad, tanto material, como afectiva. Trabaja porque tiene que trabajar. En una conversación personal que mantuvimos contó que tiene algunos pretendientes, ninguno para algo serio, solo para pasar el momento y disfrutar de la vida. Eso a ella le molesta porque la hacen ver como un objeto, pensando, además, que su vida no tiene sentido. Sin embargo, ha decidido sacarle juego a la partida, quiere casarse con el pretendiente más prometedor, económicamente hablando, porque piensa que su hija pronto la dejará y su razón de vivir se terminará, y para cuando esto pase, necesita a alguien a quien querer, o algo que hacer para vivir.

Ejemplos con estos hay por millones, y todos versan en relación a la ausencia de amor, del verdadero amor, el que mueve los corazones y derriba las murallas, tanto físicas como espirituales.

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