La historia del papá de Juanito

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

Cuando Juanito se va a la escuela nunca puede recibir la bendición de su padre porque éste madruga a trabajar en el campo desde muy temprano, entre oscuro y claro. Los días son siempre la misma rutina, trabajo duro: labrar la tierra, sembrar, cuidar y cosechar los productos, en el mejor de los casos. La frecuente escasez de agua que azota la zona, que muchas veces dificulta el crecimiento óptimo de los sembríos, sumado a la carestía de la vida y los elevados precios de los insumos agrícolas que cada vez aumentan más, hacen que la vida del papá de Juanito, que es un agricultor de profesión, se torne gris y sin futuro, tanto para él como para su familia.

En el mercado, el intermediario paga lo que le da la gana; si es que quiere comprar claro está, y con lo que vende, apenas le alcanza al papá de Juanito, cubrir con los gastos en los que incurrió. Tiene como enemigos a los mismos vecinos y a la comunidad en general, que prefieren repagar los mismos productos en los supermercados que con sus tarjetas de crédito pagan sin rechistar ni pedir rebajas, los mismos productos que él vende, frescos y de la misma y mejor calidad, y por supuesto más barato. Lucha con un ingente sistema que ni siquiera entiende.

Ama hacer lo que hace: cultivar la tierra y dispensar los productos de primera necesidad a la comunidad. Ha perdido la esperanza en los gobernantes de turno que cada vez que quieren su voto van a abrazarlo con recelo prometiendo lo de siempre.

Este es el día a día del agricultor, aquel que es mal visto y lo tachan de vago, inculto y hasta sucio. ¿Será que no hemos entendido aún que todo, absolutamente todo lo que se consume en el mundo, sale de la tierra, y que necesitamos de agricultores para que ésta produzca?.

Twitter: @AlvaroP44471014