La clave es la educación

La paz mental no tiene precio
La paz mental no tiene precio

Eduardo Puertas G.

En nuestra sociedad actual, envuelta en una generación indiscutiblemente tecnológica, es preciso consensuar aquellas actividades que son de mayor importancia y que no pueden ser relegadas a los dispositivos tecnológicos que, poco a poco, han ido supliendo ciertas acciones que las personas realizaban anteriormente. Si bien es cierto, la diversidad de aplicaciones digitales han ido evolucionando a una velocidad vertiginosa y cada vez su número parece multiplicarse a un ritmo imparable. Existen muchas actividades que no deben y no pueden ser reemplazables por dispositivos, servicios digitales o algoritmos personalizados en una plataforma de la red. Estas actividades implican un mínimo de contacto directo interpersonal que implique un intercambio de impresiones emocionales propias de la comunicación. En muchas plataformas y programas digitales existe una gran ventaja para realizar una comunicación básica propia del intercambio general de ideas, algo que sin duda nos ha traído múltiples beneficios; sin embargo, al referirnos a educación, es imprescindible que exista un intercambio fluido de palabras, impresiones, emociones, etc. con la retroalimentación respectiva que se deriva de este encuentro social. En muchos casos, ayuda de sobremanera el poder escuchar y observar videos explicativos sobre algunos temas de interés, formativos, educativos, etc. lo que ayuda a mecanizar y optimizar un equilibrio educativo acorde a los diferentes horarios personales, pero no es necesariamente un proceso educativo integral. El verdadero paradigma educativo, se establece en poder acoplarse a una serie programada y sistematizada de eventos proyectados al aprendizaje significativo, se fundamenta en ir formando experiencias propias de la educación a través del compartir y de la puesta en práctica de objetivos educativos que se puedan efectuar en el día a día, en formarse adecuadamente con el esfuerzo propio, con sacrificio, entrega y con la disciplina que se logra en las pequeñas rutinas diarias. La clave para una verdadera revolución de este siglo, seguirá siendo la educación.

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