La Asamblea: mediocracia por excelencia

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

 “…Se estaba desarrollando una violenta discusión: gritos, golpes sobre la mesa, miradas penetrantes y desconfiadas, negativas furiosas. El origen del conflicto parecía ser que tanto Napoleón como el señor Pilkington habían descubierto simultáneamente un as de espadas cada uno” (George Orwell: La rebelión en la granja).

He querido traer a colación esta frase del memorable libro que se cita al final del párrafo anterior, porque la coyuntura legislativa actual es el fiel reflejo de lo que ocurría con los animales que, en un intento de lograr independencia del hombre, lograron convertirse en lo que tanto habían odiado, ser igual de repudiables que su antiguo amo. No cabe duda que el poder obnubila, te vuelve idiota y sinvergüenza. Legisladores mediocres, imbuidos de todo, menos en lo que realmente deben hacer. Las esbirras correístas dándose de influyentes en países extranjeros. Los seudo intelectuales queriendo iniciar un juicio político sin bases legales, al menos eso dicen los expertos, todo con el objetivo de desestabilizar la democracia. Sin embargo, poco se habla del posible fraude en los comicios pasados, aunque, como van las cosas, esto forma parte de la estructura estatal. Una vez más estamos en un estado de mediocracia sin precedentes. Nos volvimos a equivocar al elegir estos ignorantes. Pero, ¿cómo luchar contra el poder, la mafia y el servilismo? La convicción ante esta triada mortal, se doblega inerme.

El libro termina memorablemente: “No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro”. A estas alturas del partido ya no se puede distinguir a ninguno de los legisladores. Es una piara putrefacta.

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