Iván Elizalde G.
Los tiempos han cambiado, años atrás nuestros padres nos enseñaban a estudiar, obtener un título y conseguir un empleo, luego hacer una carrera y tener una justa jubilación. Los tiempos han cambiado en la actualidad y con los avances tecnológicos y cibernéticos las oportunidades son infinitas, las oportunidades para seguir preparándose son diversas, pero al final del camino las ofertas laborales son escasas; en esta ocasión compartiré con mis lectores dos aristas de la vida que son: el ser un empleado o ser emprendedor.
El ser empleado es un logro en la vida del ser humano que te permite adquirir estabilidad económica, mayor conocimiento en tu rama, pero sobre todo experiencia, además, habilidades con las cuales te permitiría llegar a un nivel mucho más alto, como ser tu propio jefe o dueño de tu propia empresa. Lo cual nos lleva a una conclusión, de que no es malo ser empleado público o privado, lo malo es jubilarse siendo un empleado.
Por otro lado, para ser emprendedor no se necesita tener un título de tercero o cuarto nivel, no se necesita tener la mayor experiencia, o lo que es más, no se necesita tener un capital propio o recursos necesarios, para ser emprendedor se necesita tener una idea inicial, visión, compromiso, ganas de superarse, no temer a equivocarse y el coraje de afrontar todas las adversidades. El emprendedor es aquella persona que trabaja y genera trabajo, cambia la mentalidad de su entorno y transforma la economía de una nación.
Si bien es cierto muchos sectores públicos y privados, dependemos de buen funcionamiento y agilidad de los empleados de las diferentes instituciones, pero el conformismo del empleado es tener un sueldo fijo y no tener mayores aspiraciones con las cuales podrían dinamizar aún más nuestra economía.
Luego de una pandemia y algunos shocks macroeconómicos como son los paros nacionales, lo más importante es tener una autonomía financiera que permita levantar a cada una de los sectores sociales, familias y al Ecuador entero.