El ajuste, cuestión de lealtad

Del postureo al delito
Del postureo al delito

Álvaro Peña Flores

Existe un libro que, aunque no lo he terminado de leer (El Ajuste de José Luis Olaizola – Ediciones Sedmay) me está dejando muchas enseñanzas sobre la lealtad del ser humano frente a otro que le ha tendido la mano. Valentín,  el protagonista de esta historia, es un hombre con suerte, y digámoslo así, porque tuvo la oportunidad de conocer una mano “generosa” que lo sacó de la pobreza, o mejor dicho, le cambió el escenario de la pobreza en el que crecía conjuntamente con su hermano, y ahora en ese nuevo escenario, quizá desapercibido para muchos, se ha convertido en la mano derecha del dueño de la compañía en la que trabaja desde casi niño y que está inmerso en todo tipo de negocios, incluidos los sucios, que fugan los capitales para no reportar los réditos que dejan los buenos negocios.

He querido hacer referencia de la lealtad porque a lo largo de la historia se deja entrever que en el corazón y la mente del protagonista existe cierta perversión para jugar chueco a quien, aparentemente ha actuado de manera sincera y altruista; sin embargo, hay una fuerza interna en él, que le impide jugarle sucio a quien le ha dado todo, pero las fuerzas externas le exigen hacerse justicia, justicia concebida como tal, por el trabajo y la dedicación de toda la vida dada a su patrón, sin importar nada a cambio.

Lealtad versus traición, esa es la cuestión. ¿Cómo hacer algo que vaya en contra de los intereses de quién ha actuado como tu padre? ¿Cómo morder la mano de quien te ha dado de comer? Muchos eligen la lealtad, aunque con el mismo concepto de pobreza, pero en un escenario disfrazado. ¿Será por eso tal vez, que muchas veces defendimos lo indefendible, hablase de políticos corruptos, líderes mediocres, compañeros insufribles y parejas detestables? ¿O será cuestión de redefinir los conceptos? Terminar el libro, quizá me dé la respuesta.

Twitter: @AlvaroP44471014