Eddy Arrobo Rodríguez
La historia en el mundo del deporte está marcada por muchos talentos que partieron de la línea de pobreza, quienes en base a su fuerza de voluntad han cultivado sus dones natos que Dios les ha otorgado como un regalo, logrando en base a su esfuerzo convertirse en estrellas aclamadas.
En su transición de la pobreza a la gloria y de la nada a la fama, es cuando empieza a proliferar la inestabilidad emocional de algunos deportistas, que se dejan arrastrar por las malas amistades, vida mundana, alcohol, drogas y otros vicios, viendo truncadas sus carreras deportivas que en muchos casos han acabado con la muerte. En un segundo se puede pasar de la gloria al infierno, como consecuencia de sus actos que son el reflejo de la debilidad mental, insuficiente inteligencia emocional y escasa formación financiera que les permita administrar de mejor manera sus ingresos económicos temporales, para garantizar un futuro con holgura económica para ellos y sus familias.
En nuestro país, la idiosincrasia de nuestros deportistas no ha estado ni están ajenos a este tipo de problemáticas sociales, muy difíciles de resolver. El siniestro suscitado en días anteriores en España con el futbolista Gonzalo Plata, debe prender las alarmas en la dirigencia nacional, para fortalecer las escuelas de fútbol y semilleros deportivos, los mismos que deben incentivar procesos educativos integrales, pues muchos se convierten en las estrellas y el ejemplo a seguir de las futuras generaciones, por lo tanto, su formación debe ser rica en valores. Nadie está exento de estar involucrado en un accidente, sin embargo, debemos prevenir que este tipo de sucesos sean producto de actos irresponsables y que se encuentran al margen de la ley.