La pesadumbre de sobrevivir

Giuseppe Cabrera

Dejar el país parece la alternativa insoslayable que muchos auguran tener que tomar, por cómo el país se encuentra y el camino de alta velocidad a Estado fallido que hemos tomado, la pesadumbre nos agobia como tal vez nunca antes habíamos vivido muchos y, lo más triste es que para los más pesimistas, este ya es un camino sin retorno, en el que se podrá recuperar algunas ciudades y eliminar algunos mecanismos de violencia pero, hay territorios que están definitivamente perdidos, especialmente los de la frontera norte y, sin importar quién venga o qué se haga, está tan enraizado que tendremos que aprender a vivir con eso, como lo hacen en buena parte de Centroamérica y en México.

Con territorios neutrales y territorios donde ni siquiera se puede entrar. A lo mejor la pesadez que me acompaña, me hace tener una visión pesimista del futuro y me hace creer que no hay mucho que se pueda hacer pero, quizás si lo hay y quizás aún no es muy tarde, porque para nada esto es un acto de condescendencia a la inacción política, porque políticas públicas que se pueden tomar hay muchas, pero, lo que me preocupe es que tendrán que pasar muchos años para ver qué funcionan, qué se reduce la marginalidad, se elimina la violencia y que finalmente se pacifica el país y para eso, hace falta reconocer que no es cuestión de un gobierno solamente, ni de que una tendencia política en específico asuma el poder, sino de un gran acuerdo entre todas las fuerzas políticas en que esas son las cosas que se tienen que hacer y deben hacerse sin importar quién gane las próximas elecciones, claro, para eso tendría que haber partidos políticos primero y, segundo tener cierto sentido republicano del interés público y general, por encima del personal y particular y eso, es tal vez lo que llena mi pesar, que no es solo que todo está mal, sino que parece ser a veces que como sociedad hemos perdido, al no ser capaces de actuar conjuntamente, de asumir consensos y de hacer lo correcto.

Ya no estamos viviendo, sino sobre-viviendo en un país en el que la muerte se asoma sin previo aviso y ante las banalidades más absurdas.