La historia reciente de Imbabura

Por: Jorge E. Madera Castillo

Peco de omisión por falta de espacio. Gracias a determinados personajes como el P. Cicala, Juan de Dios Navas, Cristóbal Tobar Subía, Elías Liborio y Luis F. Madera Negrete, Víctor Manuel Guzmán, entre otros, hemos podido conocer la historia antigua de la región, digamos que hasta el segundo tercio del siglo XX, sin dejar de mencionar la historia gráfica aportada por otras personas a quienes poco se menciona como José Domingo Albuja, José Miguel Madera N., Higinio Enrique Madera N., Miguel Ángel Rosales Corella, el señor Martínez y otros cuyo trabajo hoy deleita, especialmente a quienes no tienen la sana costumbre de leer.  Investigar y documentar esa historia, evidentemente habrá sido un trabajo de titanes, pues debían acceder a documentos y archivos dispersos, almacenados en precarias condiciones, en estados de deterioro, y que además no siempre estaban correctamente organizados. Investigaban, compilaban, recuperaban, se documentaban, pero además eran cronistas de su tiempo. Hacían lo que podían gracias a esa afición y tenacidad personal, pues sus oficios principales generalmente eran otros.

Durante el tercer tercio del siglo XX ocurren muchas cosas en Ibarra y su región, descritas por Rodrigo Villegas D. y luego complementadas por Enrique Ayala Mora en la obra “Historia de la Provincia de Imbabura”. Vino el esfuerzo de la “Sociedad Amigos de Ibarra”, personajes preocupados por recoger los más importantes documentos de nuestra historia, tuvieron el acierto de producir la “Monografía de Ibarra” que hasta el momento lleva ocho nutridos tomos. Después de los días de la mayoría de sus iniciadores, ha tomado la posta haciendo cabeza el Doctor José Albuja Chávez. Esta admirable acumulación lamentablemente se ha agotado y sería responsabilidad de la Municipalidad reproducirla en forma digital para que se encuentre en la nube al alcance de todos; mínima inversión para un alto impacto social. A todo esto complementa el inmenso trabajo del Instituto Otavaleño de Antropología y de la Casa de la Cultura Núcleo de Imbabura.

Pero ocurren grandes rompimientos, cambios y evoluciones de todo orden a partir del tercer tercio del siglo XX que deben ser descritos, investigados y documentados en forma holística y profesional por equipos multidisciplinarios, a la luz de una visión independiente para evitar las interpretaciones de la historia a conveniencia, o desde una sola lupa, como siempre ha sucedido. Ventajosamente muchos actores están vivos y existe información, aunque dispersa y desorganizada, que permitiría escribir la historia desde diferentes ámbitos, especialmente desde lo ciudadano. Reto gigantesco para la Academia y para los historiadores profesionales.