La consulta popular y el mito democrático

Giuseppe Cabrera

Lo que hoy llamamos democracia, no es nada parecido al modelo ateniense que dio su origen. El modelo griego era el de una democracia directa y deliberativa, pensado para ciudades pequeñas, en la que todos se interesan por los asuntos públicos y, especialmente, donde los esclavos y extranjeros no eran considerados personas, menos aún ciudadanos de la polis griega y, en el que todo el mundo dedicaba su tiempo de ocio a la política y la formación personal intelectual.

Ahora bien, el tamaño de nuestras ciudades hace imposible pensar en ágoras o coliseos en los cuales reunir a todos los ciudadanos para tomar decisiones colectivas y, con la diversificación del conocimiento, la política y la filosofía, son apenas dos dimensiones de un basta mundo de conocimientos prácticos y teóricos.

Entonces, dado que no es esa clase de democracia la que vivimos, ¿cómo llamar al modelo imperante?, para Sieyes en Francia y Jefferson en EE.UU., las bajas pasiones del pueblo no podían expresarse de modos directos y debían ser contenidas, por eso, que hayan decidido llamar al modelo naciente de los procesos nacional-republicanos de la revolución francesa y estadounidense, como “el gobierno representativo”, en el que delegamos la autoridad y el poder de decisión a un representante electo por todos, este individuo no tiene un mandato imperativo, significa que no está obligado a cumplir estrictamente para lo que fue electo y convertirse en un mero emisario o megáfono de electores, sino que tiene autonomía en sus decisiones y libre albedrío, eso sí, guiado por lo que llamamos “ideología” o principios o valores, que hacen que exista un sentido de identificación entre el político electo y el pueblo que lo votó. A esto se suma, la división de poderes, el respeto a las minorías y el imperio de la ley, para tener el modelo vigente, el de la democracia liberal o representativa.

Las consultas populares no necesariamente nos dan más democracia, solo son mecanismos directos que muchas veces se usan para saltarnos todos esos componentes que integran la democracia y que, constituyen molestias para el modelo plebiscitario de nuestros gobernantes hiprepresidencialistas.