Juan José Rodinás

Nicolás Merizalde
Nicolás Merizalde

Probablemente se trate del poeta contemporáneo más importante de nuestra escena literaria. Ambateño, tímido y agudísimo lector de nuestro tiempo, Rodinás ha ganado un merecido prestigio a nivel nacional e internacional y nuestra ciudad no lo está reconociendo. Sería triste que para una ciudad que se jacta, precisamente, de su tradición literaria, una figura como Rodinás pase desapercibida. Así que para tratar de componer esa injusticia…

Leí ‘El uso progresivo de la debilidad’, premiado en España en 2022, con fascinación. Es un acercamiento moderno y original a la masculinidad, la paternidad y esas cosas que bien o mal acaban por trastocar toda vida como la depresión, el sexo y la muerte. Rodinás está construyendo una obra necesaria. Es capaz de exprimir el lenguaje sin volverlo incomprensible y de ser directo y original al mismo tiempo. No es un poeta ñoño y cursi, es un poeta del siglo XXI.

Ganó el premio más antiguo y prestigioso de la literatura ecuatoriana, el Aurelio Espinoza Pólit y se hizo con el Casa de las Américas que en medio siglo de historia ha reconocido a las mejores plumas de Hispanoamérica. No concede muchas entrevistas y hace poca vida pública lo que alimenta esa imagen de poeta silencioso y ajeno a las minucias de la política o el caos mediático. No obstante, en otros países, este bagaje bastaría para darle la atención que merecen intelectuales, escritores y artistas.

Este desinterés, comprensible si las estadísticas revelan que la cultura es la última prioridad del ecuatoriano promedio, deja una imagen desoladora. No carecemos de mentes creativas y brillantes sino del espacio adecuado para ellas. Este silencio dice más de nuestra sociedad que de nuestros creadores. Los medios y gestores culturales tienen el inmenso desafío de revertirlo y ver al presente, porque un país donde la cultura es solo historia, ya no la tiene.