Esclavos del ego ajeno

Agustín Sánchez
Agustín Sánchez

 

El pueblo ha decidido en las urnas que Daniel Noboa sea quién lidere las difícil situación económica, política, y de seguridad, por la que atravesamos. Y como bien señala la expresión “vox populi, vox Dei” debemos acatar la voluntad del soberano. Inmediatamente cuando el CNE empezó a publicar los resultados del conteo y conforme la información se procesaba, la brecha entre ambos contendores de balotaje se ampliaba de una forma irreversible, lo cual generó una aceptación casi inmediata (positivo) de la contendora derrotada en las urnas. Las expresiones de distintos actores del movimiento perdedor, fueron diversas, muchos auguraron éxitos al nuevo Presidente comprometiéndose al diálogo, mientras otros de línea más radical, mantuvieron posturas de desconfianza e iniciaron la cuenta regresiva para constatar que los ofrecimientos de campaña se hagan realidad. Por su parte, el máximo líder de RC, se negó a aceptar sus errores tanto en la selección del binomio, con lo cual coinciden muchos militantes, como en la invasiva intromisión en campaña que sobrepasó las cualidades de su candidata hasta convertirla simplemente en una operadora de ideas ajenas.

Para nadie resulta complejo entender que la realidad del país no cambiará en los pocos meses que gobernará Noboa, la esperanza se deposita en que al menos los principales problemas estructurales puedan ser corregidos brevemente, restituyendo confianza en la institucionalidad del Estado, que por ahora se encuentra de vacaciones. Pese a aquello, y la retórica del “si le va bien al presidente le va bien al país”, no han pasado sino días y ya se ha empezado a cuestionar al futuro gobernante, y sus detractores adoptando posturas polarizadas de no mantener acercamientos, nada más dañino. ¿Qué tal si le dejamos gobernar al menos sus cien primeros días?, ¿si por una vez en la vida se construyen una agenda programática entre ejecutivo y legislativo priorizando las necesidades nacionales?, ¿qué tal una tregua política en la que todos apostemos ganar?, claro que suena bien, pero en este paisito lleno de opinólogos y sabelotodo nos cuesta consolidar ideas y alinearlas a un objetivo común.

Nadie tiene la receta para sacarnos de este complejo embrollo, ni los que nos trajeron hasta acá, ni los que ofrecieron mejorar las condiciones de vida, ni los que nos ofrecen un futuro mejor, lo que sí está claro, es que el compromiso es de todos, por todos y para todos. Por esta única ocasión, todos aquellos políticos que nos esclavizan con su ego, que tuvieron su oportunidad y no la aprovecharon, sumen esfuerzos para construir y no destruir, es prioritario ¡recuperar la paz social!