Entre vacunas, fiestas y diablos

Carlos Arellano

Es imposible no reconocer las acciones que emprendió el gobierno del presidente Guillermo Lasso para conformar una alianza público-privada que, a más de simbolizar el mayor logro de los últimos años en el ámbito del sistema público de salud, permitió la inoculación de millones de ecuatorianos en pocos meses.

De esta manera, con vacunas que en su mayoría constan en la lista para uso en emergencia de la Organización Mundial de la Salud, se redujo significativamente el número de infectados y muertos a causa de la pandemia.

Sin embargo, a raíz de los feriados de noviembre y diciembre de 2021, los contagios y muertes registran un aumento exponencial. Al parecer, si la tendencia se mantiene, es probable que el país enfrente en los próximos días una nueva ola de coronavirus. ¿Estamos preparados?

La falta de pruebas PCR en el sistema público de salud alertaría que el Gobierno no está preparado para enfrentar un nuevo pico. Las vacunas ayudarán, pero no podrán contener al virus en su totalidad ni los estragos que éste provoque.

Si bien no es posible negar la facultad que tiene el Gobierno de emitir toda restricción que evite los contagios, es necesario reconocer que la ciudadanía tiene gran responsabilidad sobre lo que ocurrirá en las próximas semanas.

Por ejemplo, los desmanes ocurridos la semana anterior en el barrio Ficoa demuestran la poca importancia que tiene la ciudadanía respecto al bien colectivo. Sumado a las autoridades (municipales y del Gobierno Central), que no logran o no intentan controlar situaciones similares que se desarrollan en diversas zonas de la ciudad.

En este caso, lo que más llama la atención es la pasividad de las autoridades ante la falta de control en este barrio en el que vive parte de la clase media o alta de la ciudad. Mientras tanto en Píllaro, la Policía Nacional y otras autoridades sorprendieron a cientos de ciudadanos durante el desarrollo de diversos eventos relacionados a la popular “Diablada Pillareña”. ¿Controles selectivos?

De poco sirve que el Gobierno dote de las vacunas necesarias para combatir la pandemia si la ciudadanía no es responsable de sus actos y si los controles de las autoridades son selectivos y no para todos los ciudadanos.