Entienda presidente, entienda

Carlos Arellano

Señor presidente,

No puedo negar que a través de su esfuerzo construyó un importante emporio económico que le permitió generar empleo y contribuir onerosamente con el fisco. Pero, su paso por la administración pública nos demostró que usted no debería estar en Carondelet cometiendo –reiteradamente- errores que provocan inestabilidad, desempleo, inseguridad y desesperanza. Tampoco podría negar de su buena voluntad por gobernar, sin embargo, de buenas intenciones no se vive.

Durante gran parte de los últimos 17 meses, hemos vivido en total indefensión. Incumplió su plan de gobierno, los servicios públicos son sinónimo de ineficiencia, la delincuencia está imparable, la inversión pública es escasa (¿quién invertiría en un país inseguro?), el sistema público de salud está en crisis (los enfermos de cáncer suplican por atención), los indicadores sociales están en rojo.

Usted, en poco tiempo, en armonía con la primera función del Estado provocaron un grave daño a este quebrantado país. No solo imploramos que su desgobierno termine, de igual manera, nos urge que cese la corrupción y la inmoralidad que habitan en la Asamblea Nacional.

¿Qué le queda? Si aún guarda algo de respeto por sus mandantes, invoque la “muerte cruzada”.

Aunque su salida y la salida de los asambleístas no nos garantizan que el infierno que hoy vivimos tendrá una pronta solución, esto nos daría esperanza de que un nuevo gobierno pueda enrumbar a éste ya invivible país.

Mientras la transición de un nuevo régimen se concreta, no espere que sus asesores y ministros pretendan tomar las riendas. Recuerde: el país no le pertenece, no aspire a que otros hagan su trabajo, escape de la burbuja en la que vive, huya de sus aduladores, abandone Twitter y TikTok, aléjese de sus compañeros de campaña que solo le traen desaciertos y vergüenza; y, exija que su vicepresidente trabaje.

No es difícil despedirse. Tampoco es difícil aceptar que perdió su tiempo intentando llegar a la Presidencia. Aceptar su fracaso es aceptar que el país merece mejores políticos que hagan lo que usted no logró hacer. Por favor, no pierda más tiempo, que el tiempo no da tregua. Entienda: su mejor legado será su despedida.