Al juzgar por las decisiones adoptadas por algunos gobiernos de países europeos, parecería que las advertencias sobre la necesidad de adoptar con urgencia decisiones que limiten la contaminación ambiental y en particular las emisiones de gases que provocan el calentamiento global, han tenido algún eco concreto.
Es más, se han difundido noticias sobre decisiones que habrían adoptado los cuerpos directivos de las grandes transnacionales petroleras sobre políticas de restricción de sus actividades en el mediano plazo, por el paulatino abandono del uso de combustibles fósiles y la tendencia hacia la producción de energías renovables.
Esto que sin duda es alentador, para el Ecuador tiene una particular implicación, ya que desde hace aproximadamente cincuenta años los presupuestos nacionales han dependido en gran medida de los ingresos petroleros. El mismo Presidente Lasso anunció que su Gobierno incrementaría la producción petrolera en un ciento por ciento en los próximos años y, aunque no se lo ha expresado claramente, parte de la estrategia para superar los problemas de la economía fiscal estaría fincada en la explotación minera a gran escala, políticas que sin duda alguna irían a contra vía de la tendencia universal y nos plantea dilemas tan graves como el de renunciar a los ingresos por la explotación minera, acelerar el aprovechamiento de nuestro petróleo mientras es todavía un bien apetecido o reducir paulatinamente su aprovechamiento.
Estos problemas deben merecer de inmediato un estudio técnico y financiero, más por su ineludible repercusión política, en la agenda de los diálogos del Gobierno con los distintos sectores políticos, son temas que no pueden postergarse y menos aún soslayarse.
Urge por lo tanto que el Gobierno Nacional inicie un amplio proceso de diálogo sobre estos temas con todos los sectores de la Nación, pero que, para ello, cuente con propuestas técnicas, cuya formulación debe iniciar de inmediato.