Por: Diana Luzuriaga Vera
Hoy 15 de septiembre celebramos el Día Internacional de la Democracia. Es una oportunidad para revisar el estado de la democracia en nuestro país. La conmemoración de este día busca debatir las oportunidades de fortalecimiento ciudadano, para abordar las desigualdades económicas y políticas, e incluir a los grupos excluidos con respuestas a sus necesidades de justicia social.
En ese sentido, la democracia está vinculada a los derechos humanos y tiene como objetivo garantizar que todos los miembros de la sociedad estén representados. Independientemente del color de la piel, la religión, necesidades específicas y otros rasgos. Bajo este contexto los gobernantes son los llamados a proteger al pueblo que representan.
Ecuador retomó el sistema democrático en 1979, con el ascenso de Jaime Roldós al poder por mandato popular expresado en las urnas. Con la Constitución del 2008 (vigente), fue declarado como un Estado democrático, pluricultural, constitucional y de derechos. Por lo tanto, la democracia está respaldada por un texto legítimo, el cual tiene como función principal la protección y el respeto por los derechos fundamentales. Pese a ello, es visible la falta de valores que impiden fortalecerla. Existe una especie de acorralamiento estructural que devela la corrupción de la mayoría de las instituciones públicas. Ante lo que emergen fuerzas que cruzan la frontera social, privada y étnica para gestar demandas puntuales.
Tenemos muchos desafíos por delante, entre ellos seguir trabajando en la independencia de poderes, la adecuada ejecución de las leyes, el respeto al voto, a la libertad de expresión y la participación en la vida política, económica y cultural, que deben ser el estandarte que erige la ciudadanía. Como dijo Ronald Reagan “La democracia no es una flor frágil, pero aun así necesita cultivarse”.