El civismo ambateño

Giuseppe Cabrera

¿Qué sostiene una sociedad?, pues, aunque hay diversas respuestas, hay un elemento constitutivo y es la idea de fraternidad o solidaridad, en el marco de un colectivo común conformado, es decir, la República se construyó sobre la base de un pueblo común igual, libre y solidario, valores que impulsaron las revoluciones liberales de la Europa del siglo XVIII, mucho de esto, ha perdido espacio frente al sentido de época neoliberal que nos vuelve individualistas y hechos a nosotros mismos, el échaleganismo y la superación individual, junto con la concepción de que nos hacemos a nosotros mismos y solo dependemos de nosotros, rompe el sentido colectivo creado por el republicanismo de las primeras democracias modernas.

Esto es importante, porque sin un conjunto de valores colectivos y de espacios para vivir en comunidad, nos aislamos y vivimos al margen de la solidaridad que forma nuestras redes sociales, esto influye desde vivencias materiales como la seguridad social, la salud y la educación libre, gratuita y universal, como en la convivencia, que nos brinda sierve civilidad que se hace que nos matemos unos a otros. Tras esto subyace la premisa de que no solo cumplimos la ley porque existe un Estado que nos conmina a cumplirla y sanciona su incumplimiento, sino porque esos límites nos permiten vivir en comunidad y ejercer nuestra libertad.

A partir de eso, los valores cívicos, como respetar al prójimo, las señales de tránsito, ceder el paso y respetar la fila, son prácticas primarias que se fundamentan en nuestro compromiso cívico con nuestra sociedad.

Que seamos más ordenados y vivamos con la constancia expectativa de ejercer la vivez criolla, pasa principalmente por esta idea de un catálogo de valores cívicos que reconozcamos con cierta sacralidad intocable.

Los japoneses recogiendo la basura en los estadios en Qatar y respetando los semáforos para salir a festejar su victoria en las calles, indiscutiblemente surge de eso, no de ninguna condición geográfica o peor aún de etnia, sino de la promulgación y constitución de ciertos valores morales, éticos y cívicos que para ellos hoy son impermutables.

Construir ese civismo ambateño, solo requiere de regresar a lo común.