Carrera profesional versus vida profesional

Desechar la mediocridad
Desechar la mediocridad

Álvaro Peña Flores

Desde que el presidente dio la noticia de la eliminación del examen para el ingreso a la universidad, César ha estado meditabundo y taciturno. Se ha dado cuenta de que la solución para tener mayor acceso y una educación de calidad no versa únicamente en la prueba de ingreso inicial, sino que son otros los factores adicionales que permiten mejorar el sistema educativo superior y por ende la vida profesional.

Analizó las diversas opciones en las universidades del país y se dio cuenta que no mejoraban las posibilidades de estudiar lo que quería. Porque el arte, carrera que desea estudiar y de ella hacer una forma de vida, es un asunto algo complejo. El arte como ciencia y carrera universitaria la dictan en casi todas las universidades que existen en el país; el problema surgió cuando analizó su vida profesional con el arte. Siempre había escuchado que del arte no se vive como se desearía: tiene poca salida y la gente no aprecia en lo más mínimo el verdadero valor de ser artista.

Eso sin considerar que para prepararse como corresponde y ser un verdadero artista y profesional, se necesita como mínimo tres cosas: profesores de calidad, infraestructura y mercado laboral. Para lo primero se necesita vocación, don que casi no lo ha visto últimamente. Para lo segundo, se necesita las migajas del Estado y para lo tercero, se preguntaba una y mil veces ¿Cuántas empresas y entidades públicas contratan pintores, escritores, actores, cineastas y músicos, por nombrar algunos?.

Se cerraban las puertas por todos lados. Optaba por las carreras que tienen más salida y de las que está saturada la sociedad. Esto de ser adulto se le tornaba difícil, porque querer ser lo que se desea es querer ir contra la corriente, aunque le tienta mucho la idea de ser emprendedor.

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