La cantaleta de la ‘tabla de drogas’

Christian Pérez

Mucho se habla sobre la ‘tabla de consumo de drogas’. Incluso, políticos, en el contexto de violencia que se vive en el país, utilizan este tema, direccionado maliciosamente desde la ignorancia, para tener su rédito político. Pero, ¿qué hay detrás de esta satanización?

Primero, la tabla de consumo de drogas no existe. Existen umbrales de tolerancia que según la sentencia N. 7-17-CN/19 de la Corte Constitucional, son referenciales para que los jueces puedan diferenciar, al momento de establecer responsabilidades, entre una persona consumidora y un traficante de mínima, mediana, alta y gran escala

Segundo, esta diferencia se estableció por algo muy razonable: tratar al consumidor desde un enfoque de salud pública para su rehabilitación; y procesar penalmente al traficante.

Tercero, por mandato del COIP (arts. 220 y 228), las “tablas de cantidades de sustancias estupefacientes y psicotrópicas para sancionar el tráfico ilícito de mínima, mediana, alta y gran escala” fueron dictadas por el entonces CONSEP a través de Resoluciones administrativas; ergo, su modificación no tiene reserva legal y basta una nueva Resolución para hacerlo.

Cuarto, el CONSEP fue sustituido por la Secretaría Técnica de Drogas, y esta a su vez por la Secretaría Técnica de Prevención Integral de Drogas, y posteriormente, sus competencias pasaron al Ministerio del Interior. Hasta la fecha, dichas tablas no han sido modificadas por esta cartera de estado, que depende directamente de la Presidencia de la República.

Con estos antecedentes, habrá que preguntarnos si, siendo tan nefasta la determinación de estos umbrales de tolerancia, ¿por qué no se han modificado estas tablas en los últimos dos gobiernos? Mirando en retrospectiva, los centros de privación de libertad, hace años, estaban llenos de personas consumidoras quienes, en lugar de tener acceso a un tratamiento de rehabilitación, eran encerrados. Es necesario mirar esta problemática como una cuestión de salud pública, dejando de lado el show político – mediático manejado desde la ignorancia o mala fe.