12 de junio de 2019

Carlos Arellano

El 12 de junio de 2019, la Corte Constitucional de Ecuador protagonizó un histórico acontecimiento tras legalizar el matrimonio civil entre personas del mismo sexo. Este hito marcó la culminación de un largo y complejo proceso que durante décadas buscó como único fin garantizar la igualdad, la no discriminación y la seguridad jurídica para las parejas del mismo sexo.

A raíz de esta histórica decisión, organizaciones religiosas y de la sociedad civil, junto con aquellos políticos que buscaban ganar votos para las próximas elecciones, propagaron un amplio discurso de odio y desprecio en contra de la comunidad LGBTIQ+. Incluso, la Conferencia Episcopal Ecuatoriana utilizó algunas de sus edificaciones para difundir mensajes discriminatorios que calificaban de “pecadores” a todos aquellos que no se ajustaban a los preceptos bíblicos.

Aunque el país cuenta con una legislación que otorga derechos a un grupo históricamente olvidado, cada fin de semana los sermones que califican a la homosexualidad como una «abominación» o “enfermedad” son frecuentes. Mientras la iglesia declaró a la homosexualidad como su enemiga por considerarla que “corrompe el concepto de familia” y contraria al mandamiento bíblico de “amar a tu prójimo como a ti mismo”, en sus atrios se congregan feligreses que ocultan su sexualidad para no ser juzgados, excluidos del servicio religioso e incluso para evitar el desprecio de sus familias.

El fin del mundo que vaticinó la Iglesia, tras el fallo de la Corte Constitucional, jamás llegó. No obstante, la inclusión y el respeto a la diversidad sexual son temas que no han calado en la agenda nacional o local. Muchos de los que se oponen a la igualdad de derechos son quienes, a través de un discurso segregacionista, manifiestan que la comunidad LGBTIQ+ no requiere atención por considerar que existen otras poblaciones vulnerables, olvidando que esta población ha sufrido acoso, rechazo, agresiones, exclusión laboral, inhumanas “terapias de conversión” e incluso varios de sus integrantes fueron asesinados por disfrutar de su sexualidad.

A pesar de los avances en materia de derechos, Ecuador enfrenta grandes desafíos relacionados con la aceptación de la diversidad sexual, entonces, ¡la lucha por la igualdad continúa!