Vote por mí

Matías Dávila

Matías Dávila

¡Tengo todo lo necesario para ser el candidato perfecto! No deje de leer por favor, deme la oportunidad. Mire, no hubo curso en el colegio en el que no pasara, o sobornando al profesor o copiando en los exámenes. No hubo novia a la que no le haya bajado el cielo y luego de conseguir lo que me proponía, no le haya dejado diciéndole alguna mentira. No hay oportunidad de negocio (lícito o ilícito) que no haya aprovechado pisando al que tenía que pisar: tengo mente de tiburón. No hay agrupación a la que no haya pertenecido: desde los grupos eclesiales de la curia, hasta grupos laicos y pelucones de ayuda social. Además, he pasado por más de tres religiones y me he afiliado a más de 14 movimientos políticos. Presumo públicamente mi buen corazón en Facebook. Como de todo, bailo al son que me toquen, saludo con beso y con abrazo al que me pongan enfrente. Nunca pierdo la sonrisa. Digo lo que la gente quiere escuchar. Tengo título de bachiller porque el universitario -desde que se cerró mi universidad por culpa de Correa- no hay quien me atienda para tramitarlo. Pero si me pone a hablar, sé de medicina, de leyes, de seguridad, de educación, de todo. Además hablo con fluidez el inglés y el español. El último libro que leí fue ‘María’ de Jorge Isaacs y tengo un curso de neuromarketing que hice en línea en un instituto de los Estados Unidos. 

Para un puñete soy lo que hay; por esa razón es que la delincuencia está en problemas conmigo. De hecho, tengo un plan de seguridad basado en el libro de Sun Tzu.

Tengo plata en paraísos fiscales, pero a nombre de mi mujer, con quien tengo un acuerdo de separación de bienes. Tengo visa a los principales países del mundo, en el caso de tener que salir ‘pisado’. Me hago el indignado con facilidad. Y lo más importante, no soy político, pero ejerzo la política tras bastidores (hace más de 20 años).

¿Mejor opción? Ni el locro con aguacate.