¿Volverá el engaño populista?

El equipo liderado por Guillermo Lasso fue el ganador el 11 de abril último. En lenguaje alegremente futbolístico se podría decir que la defensa (Guayaquil, donde triunfó Lasso) impidió el triunfo de Arauz.  Mientras la delantera (Quito, donde barrió Lasso) fue la que le dio los goles del triunfo.

Hubo innegables autogoles de Araúz: su pasado correísta y su presente morenista (jugador bancario, con premio del sponsor Banco Central); su afán de que la cancha sea igual de pelada que la de Venezuela; la barra brava (Yaku) que se dividió; y finalmente  apenas  candidato para campeonato barrial.

Algo  más cierto: el 47% del perdedor, quien triunfó en las provincias de la Costa, es la prueba de que la pandemia junto a la pobreza llevó a los grupos marginados  a cerrar los ojos y esperar los mil dólares (un millón de familias), sin importar de dónde vinieren.

La Costa vive de sus emprendedores, de su comercio. Si a diario no ganan dinero no comen, pues en su mayoría no son burócratas. Sus agricultores no son apoyados por el Estado, rama que en otros países desarrollados son subsidiados. Están más expuestos a crisis sanitarias que el resto de regiones, por su clima y naturaleza feraz pero cruel en veces. La educación ha sido descuidada ahora y siempre. Guayaquil es la excepción debido a una buena dirigencia política y administrativa.

La Sierra, más introvertida, cuando se indigna se une. El oportunismo de ciertos líderes indígenas, la sapada burocrática,   el atentado a Quito en Octubre, fueron los detonantes de una votación de rechazo a la mentira, a la corrupción.

Si no se quiere  volver al engaño populista, cualquiera que sea su representante, se debe atender con urgencia al problema social (38% de pobres), sanitario y educativo. Es responsabilidad del próximo gobierno, con políticas austeras, imaginativas, cumplir lo ofrecido, dejar un país en marcha, un Estado solvente. Y la  esperanza intacta, fundada en realidades no en utopías.

Desde luego hay enemigos presentes: el oportunismo,  el sectarismo nacional y extranjero, la narco política. La unión debe convertirse en realidad.