Una palabra terrible

Manuel Castro M.

El informe de la Comisión Especial de la Asamblea sobre el presidente de la República que recomienda su enjuiciamiento interesa desgraciadamente por su conclusión. El razonamiento previo se lo pasa por alto. Es una versión libre, distorsionada, que no contempla evidencias. Desde luego se puede argumentar que así es la política, que el informe no es vinculante y que el Pleno decide y finalmente  se tiene que someter a la Corte Constitucional.

Pero la gravedad de la acusación es única: traición a la patria que supone un atentado grave contra la seguridad -interior o exterior- del Estado (Art. 129 de la Constitución de la República del Ecuador). Es, por tanto, un delito contra el honor, la seguridad o independencia del Estado, que conduciría, de probarse, a la destitución y censura del presidente Lasso.

La palabra ‘traición’ (en el caso a la Patria) es  terrible,  con connotaciones éticas, políticas, jurídicas, que comprometen la honra ajena, de la Patria y de sus Instituciones. El efecto real es destructivo para el país, se juega con algo sagrado: la soberanía, la integridad moral del acusado. Solo mentar traición a la Patria es algo pernicioso. Es cierta participación en contra del propio país, como intentar un golpe de Estado, realizar operaciones de espionaje o sabotaje o sumamente dañinas al servicio de una potencia extranjera, lo más conocido. Jurídicamente supone una calificación cierta de que se han cometido tales hechos tipificados. En algunos países hasta hay pena de muerte, en otros prisión perpetua. Sus consecuencias son terribles.

El informe no es de pensadores serios. Como dice Ortega y Gasset: “El pensador nunca piensa en pro o en contra; el pensamiento no es partidario”. Es mucho exigir a los autores del borrador (que además se ignora quienes son, pues apareció de la nada y en forma inmediata) solidez jurídica, patriotismo y ética. Que el presidente sea altamente impopular no es un argumento para falacias destructivas. La ética no es una rama de la estadística. Por ende no deja de ser atroz tal imputación, a no ser que tal enjuiciamiento   se lo ventile irresponsablemente.