Una conspiración para Bartow

Libros como Los crímenes de Bartow de Óscar Vela conllevan el duro desafío de separar la calidad literaria de la obra de la veracidad de la causa por la que hacen proselitismo. Un escrito de ese tipo puede portar un mensaje justo y válido, y, sin embargo, estar escrito de forma lamentable; o, peor aún, como sucede con tantas obras que nacieron de la mente de autores seducidos por ideologías siniestras, defender una causa innoble sin dejar de ser un deleite para la lectura y consumado arte. La creación de Vela, al margen de la causa de Nelson Serrano, resulta admirable.

Con envidiable valentía, el autor eligió tomar partido no solo en su vida, en tanto forma parte del grupo de defensa legal del reo condenado a muerte, sino también en su escrito. Opta por narrar la historia en primera persona y le da especial realce a sus propias vivencias, juicios y conjeturas. El resultado es un brillante e intrigante alegato novelado que, además de leerse de un tirón, constituye una sólida defensa del condenado y una muestra de la barbarie de la pena de muerte.

Al mejor estilo de grandes obras de ese tipo, el libro denuncia la existencia de una conspiración racista, en este caso contra un latino. Se supone que el sistema legal de la Florida, medios de comunicación, médicos, exsocios, su sobrino, policías e incluso los propios abogados defensores se han conchabado para asesinar a Serrano legalmente. El calibre de semejante acusación es el talón de Aquiles de la historia.

Como se puede ver en los expedientes, la teoría del caso de la fiscalía tiene muchos más argumentos de los que se mencionan en el libro. Igualmente, sin olvidar la presunción de inocencia, las versiones alternativas que plantea la defensa resultan igualmente inverosímiles. Por último, resulta poco convincente que se quiera convertir a un blanco, de abolengo, que llevaba más de tres décadas en Estados Unidos, pudiente, que renunció a su ciudadanía ecuatoriana y la reclamó solo luego del crimen, y que ha contado con el apoyo de lo más selecto del Estado, la prensa y los abogados ecuatorianos, en una víctima al estilo de los migrantes latinos pobres marginados y ejecutados.

La realidad siempre decepciona y donde vemos conspiraciones suele haber apenas confusión y negligencia.

[email protected]