Un voto, un arma

Kléber Mantilla Cisneros

¿Qué es lo que los candidatos presidenciables deben saber para ganar las elecciones? ¿Cuáles son los temas arriesgados que pueden incidir en los resultados de las próximas elecciones? ¿No es momento para elaborar un discurso político innovador, que transforme el Estado paternalista fallido? ¿ La proliferación de subsidios del populismo histórico podría mutar a un lenguaje reformatorio de la justicia? ¿Penas y castigos que detengan la corrupción, la impunidad sistemática y los niveles deplorables de inseguridad? Pero, ¿qué es lo que se quiere escuchar antes de salir a votar?

El sentido común exige desarrollar soluciones estructurales posibles. Lo ridículo aparece cuando alguien pide protección policial hasta para ir al baño; para cada juez y candidato. Pronto, cada médico, transportista y alcalde requerirán protección armada. No así, el ciudadano que le exige al presidenciable compromisos y liderazgo para el bienestar de todos y el futuro del país. Los más radicales: ‘cadena perpetua’ para corruptos. O, que los saqueadores y prófugos devuelvan lo robado. Que los dueños del poder político y económico aprueben una educación pública humana y de calidad, y vencer la guerra al narcotráfico. Alcanzar una sociedad justa y en paz. Sin bandas, pandillas ni pistolas; pero, con libros.

En realidad, el electorado joven pide una actitud constructiva frente a la vida y el respeto máximo a la naturaleza. Un catalizador: el episodio climático del fenómeno de El Niño que será catastrófico porque afectará la producción de alimentos y recursos marinos; los ciclos de lluvia y sequías que menguarán las cosechas. De ahí que se impone la cultura por la conservación y protección del medio ambiente, el uso de energías alternativas, la economía naranja, las ciudades verdes y la defensa biótica de territorios. Elementos clave del pensamiento crítico en las nuevas generaciones.

Y si el imaginario popular está marcado por el desempleo y la informalidad, las urnas se vuelven un arma letal de aprobación o rechazo. La llegada de migrantes venezolanos o la eliminación de visa Schengen no alivian la pobreza ni incentivan la prosperidad anhelada. Lo que sí, un discurso nacionalista bien elaborado sirve para conseguir votos. Esas prácticas del eco-turismo logran promocionar destinos icónicos cercanos y lugares auténticos con identidad propia. En cambio, la fantochería de un gobernante neciamente presumido, dedicado a gastar en viajes inoficiosos, se acomoda perfecto al chivo expiatorio; al antihéroe, a la ineptitud bochornosa y a la desconexión con las necesidades de un pueblo. Un voto es un arma activada.

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