¡Uf! ¡Qué alivio! Por ahora…

Ugo Stornaiolo

Tras la derrota, vuelven a su ratonera a planificar próximas conspiraciones, aunque el mensaje de la candidata derrotada fue conciliador, no se espera que el correísmo deje de actuar como lo hace desde que perdió el poder: desestabilizar y tomar otras instancias del Estado (les dolió perder la mayoría en el CPCCS).

Vendrá otro Arauz, otra González o quizás un Pabel Muñoz (alcalde de Quito en campaña, tomándose cínicamente un día de vacaciones o fuera de horario laboral, con uso de recursos e instalaciones municipales, pisoteando la ley electoral) o una Paola Pabón (hizo lo mismo, aunque en la prefectura hace lo que en su primer período: nada). ¿Se sancionará a quienes infringieron la ley?

Según el diario El País, “la derrota electoral desdibuja la figura de Rafael Correa.

El correísmo pierde sus segundas presidenciales consecutivas y su líder, exiliado en Bélgica, ve alejarse la posibilidad de regresar al poder”.

Los ecuatorianos eligieron a Daniel Noboa que, con 35 años, es el mandatario más joven (tras el fallecido Jaime Roldós). Daniel cumplió el sueño de su padre, el magnate bananero Álvaro Noboa, quien por cinco ocasiones buscó el poder. Al igual que otros políticos, Noboa carece de partido propio.

Noboa tiene estudios de cuarto nivel y poca experiencia en lo público. Su mandato podría ligarse a una fortuna familiar de tres generaciones de exportación de banano (el país es uno de los mayores exportadores a nivel mundial). El 52,3% de votos obtenidos se parece a la segunda vuelta de 2021, cuando ganó el presidente saliente, Guillermo Lasso.

Su oferta es el Plan Fénix de Seguridad, bajar impuestos y fomentar la inversión extranjera. En campaña explotó ser un hombre familiar. Con guantes y frente a un saco de boxeo, presumió de su amistad con Marlon Vera, luchador de la UFC. Su esposa Lavinia Valbonesi manejó exitosamente sus redes sociales.

El correísmo, con una candidata de poco carisma y una oferta de volver al pasado, apenas cosechó el voto duro y blando de esa agrupación, pero la presencia del expresidente Correa genera rechazo en buena parte de la población.

El espejismo de febrero en las seccionales, donde el correísmo captó las alcaldías de Quito, Guayaquil y 48 ciudades y puso prefectos en nueve de las 24 provincias, demostró que el techo del correísmo apenas alcanza para segunda vuelta. Los votantes demostraron que la disyuntiva entre correístas y anticorreístas debe superarse, pero el grupo del expresidente sigue siendo una peligrosa opción a corto plazo: de solo un año y medio.