¿Cómo frenar la espiral de violencia?

Ugo Stornaiolo

“Ecuador superó a Venezuela en homicidios y dos cantones están cerca a los niveles de violencia de Medellín, en la época de Pablo Escobar”, según el portal Plan V. 8.008 homicidios en todo el país: saldo de 2023. 47 muertes violentas por 100 mil habitantes. El país más inseguro de Latinoamérica, sobre Venezuela, agrega el informe.

Pasan los días y se complica la situación de seguridad: violencia en las cárceles, armamentos muy sofisticados de los criminales, homicidios y armas decomisadas, intentos de colocar bombas y secuestro de canales de TV. Ecuador, en el camino de México, Colombia y Venezuela.

El país debe recuperar el monopolio de la fuerza fortaleciendo la capacidad del Estado para gestionar la seguridad. Hace siete años se fusionó entidades y ministerios y se creó organismos inútiles (la SNAI). Mientras el Estado se debilitó, el crimen organizado se fortaleció, penetrando en instancias de poder y de control.

El problema es que si se dota a la fuerza pública de poder y armas, como pasó en los países antes mencionados, habrá un poder alternativo al Estado donde la corrupción estará a la orden del día, agregándose la violación de derechos humanos.

Escribía Roberto Aguilar “más que un país dispuesto a tolerar las violaciones a los derechos humanos cometidas por la fuerza pública, que ya sería preocupante, lo que tenemos aquí es una opinión pública que las pide a gritos: por favor golpeen, disparen, maten, no tengan piedad…” .

Tres factores mejorarían la perspectiva: depurar instituciones de seguridad y defensa, seguir la ruta del dinero del narcotráfico y evitar la justicia de puerta giratoria (el truhan entra por una puerta y sale libre por otra). Muchos se preguntan: ¿cómo pudo la esposa de Fito adquirir, de contado, una casa de $500 mil en Córdoba (Argentina)?

 Aunque el golpe de efecto de enviar militares a las calles es inmediato, no siempre es una solución duradera. Los tentáculos de los narco delincuentes mutan. Las cárceles son escuelas del delito. Urge mano dura, pero el remedio puede ser peor que la enfermedad.

La violencia contra los fiscales crece. El caso del fiscal Suárez no hizo más que recordar la brutalidad que enfrentan a diario. Parecería que “lo único que queremos de la Policía, en este país, es que mate, que mate mucho, que mate bien, que mate a discreción y que mate todo el tiempo. Porque los criminales, finalmente, han vencido: nos convirtieron en seres a su imagen y semejanza. Fito presidente”, dice con desilusión Aguilar. ¿Cómo frenar esta ola de violencia?