Sentido común

Matías Dávila

Matías Dávila

Seguimos votando por gente y eso nos sigue dando ‘error’. Locura, decía Einstein, es esperar resultados diferentes haciendo lo mismo. En el Ecuador un político puede prometer el oro y el moro para ganar una elección y no cumplirlo… y no pasa nada. Lasso es un ejemplo vivo, pero como descargo, todavía no acaba su mandato. Pero Moreno, por poner otro ejemplo, cumplió un poco más del 40% de su plan de gobierno y se fue del país por la puerta grande. ¿Qué pasó? ¡Nada!. Por eso creo que votar por personas es un error. Deberíamos votar por soluciones.

Es decir: necesitamos que la carretera que conduce del punto ‘a’ al punto ‘b’ esté lista en 1 año; ¿quién se compromete a cumplir? Si el candidato además promete poner casetas de helados, es una cosa que no nos debe quitar el sueño: si lo hace a buena hora, si no, pues no pasa nada. Pero si no cumple la carretera va preso. Ahora ¿será que la gente sabe lo que necesita? Tal vez la respuesta sea ‘no’. Si yo no sé que de un punto a otro se puede llegar más rápido en un tren, ¿cómo diablos le pido un tren al administrador de los fondos públicos? Entonces lo primero será enseñarle a la gente las cosas que ya funcionan en el mundo. ¿Y cómo hacemos eso? Si tenemos una red social para encontrarnos con nuestro pasado, que es Facebook; y una para encontrarnos con quienquiera en el mundo que hable sobre una determinada temática, como es Twitter; y otra para encontrar videos de nuestro interés, como es Youtube; y hasta una para encontrar pareja, como es Tinder, no me vengan a decir que acercar el mundo a la gente es imposible. No es imposible, es peligroso para la clase política.

Cuando sepamos que en otro lugar del mundo ya es posible, podemos pedirlo. Y si votamos por una necesidad, ya no firmamos un cheque en blanco. ¿Acaso no es lógico? La política fue hecha por humanos y puede ser modificada por humanos.