La planetarización

Rosalía Arteaga Serrano

El mundo va de tumbo en tumbo. Se palpan y se avizoran problemas de diverso tipo, referentes a temas tan variados como los enfrentamientos bélicos, la corrupción, la pobreza, las asimetrías, el cambio climático, y tantos otros. Por ello, vale la pena ensayar una aproximación diferente, más humana tal vez, en relación a lo que acontece y en cómo debemos mirar a nuestro planeta.

Me gusta la palabra ‘planetarización’, que va de la mano con un concepto al que hemos recurrido con frecuencia y es el de la ‘glocalización’, como un enriquecimiento de lo global por un lado y lo local por el otro, porque asumimos un neologismo que le da más sentido a lo que esperamos del mundo de las relaciones y vuelve más humanizado a cómo nos interrelacionamos, a cómo actuamos y a la dimensión que tiene la identidad en este mundo.

En este sentido, me alegra también mencionar y concordar con aquello que le escuché decir personalmente al famoso astronauta y humanista Ron Garan en una conferencia en Davos. Manifestó: “desde el espacio yo no veo la economía, yo veo un planeta”, con una dimensión más humana que casi contrapone a la globalización con el concepto de planetarización.

Concomitantemente con esto que acabamos de mencionar, el sociólogo Francés Alain Touraine, a quien también tuve el honor de conocer, era siempre partidario de hablar de la mundialización en lugar de la globalización.

Como vemos, hay muchos contradictores del término globalización, incluido Edgar Morin, que sugiere que planetarización es más complejo que globalización pues hay una visión antropológica, que la enriquece para comprender los desafíos que tiene la humanidad.

¿Será entonces llegada la hora de hablar y actuar más como un sistema en el que lo planetario nos dé una dimensión diversa, más rica, más coherente con lo que debemos hacer como raza humana? He ahí una gran interrogante.