Rodrygo Federico

Lorena Ballesteros

Tengo que confesar que esta columna no iba sobre fútbol. De hecho, tenía preparado un texto sobre el Día Internacional del Libro. Sin embargo, mientras lo pulía, el Real Madrid sometía al Chelsea de visitante. Así que decidí cambiar de tema. Bueno, un poco. Porque ver jugar en Champions League al equipo de Carlo Ancelotti es lo más parecido a un poema o, mejor dicho, a una epopeya. Los triunfos del Madrid bien podrían devenir en una colección de hazañas heroicas capaces de vencer cualquier adversidad. En la cancha demuestran que no hay rival demasiado grande y que en cada minuto del tiempo reglamentario (o suplementario) hay posibilidad de abrir el marcador, igualarlo o remontarlo.

En el partido de vuelta contra el Chelsea, por los cuartos de final, el Madrid arrancó en un escenario adverso: una hinchada en contra y un rival bien plantado, dispuesto a triunfar en su territorio. Al inicio el Madrid se dejó hacer. Jugó al ritmo de los locales, aprovechándose únicamente del contragolpe para intentar llegar al arco contrario. Por supuesto que, si para hacerte con el balón y correr toda una cancha tienes a un hombre como Federico Valverde, el contragolpe abre una gran posibilidad de juego.

Ya en el segundo tiempo el Madrid fue abriendo espacios. Midió la capacidad de su rival, hasta que apareció Rodrygo y descolocó a los ingleses. Lo que en los primeros minutos parecía improbable se convirtió en una nueva hazaña. Federico Valverde y Rodrygo sentenciaron el partido a los 80 minutos. Con el segundo gol se consolidaron en la semifinal de manera implacable.

Las estadísticas lo afirman. El Madrid es el Ulises de la Champions, encontrando la manera de llegar hasta la Orejona. Es el único equipo que ha conseguido jugar 32 semifinales. Además de que ha alcanzado 17 finales, de las cuales solamente ha perdido tres. En esta temporada la precisión de sus pases está en el 90.78%.

Así, en esta epopeya los años pasan, los nombres de los héroes se renuevan, pero la institución es sólida, como el Olimpo. Quizás este último capítulo podría llamarse Rodrygo Federico. Aunque con ellos nunca se sabe, el próximo podría titularse Vinicius Benzema o sellarse como ¡Thibaut Courtois! Los nombres cambian, pero existe un título absoluto para esta obra: “El Madrid nunca perdona”.

¡Hasta el 9 de mayo!