¡Y lo quisieron volver a hacer!

Rodrigo Contero Peñafiel

¿Quién no ha recibido llamadas telefónicas o toques en la puerta de su casa para venderle un producto o hablar de política sin importar la hora, el momento o las circunstancias? Detrás de estos episodios hay personas sin lógica ni criterio alguno, que incomodan y reciben el rechazo de los afectados por ser inoportunos y mal educados, que interfieren y terminan con la paciencia de la gente por su pretensión de convencer con ideas o criterios muy mal proyectados o simplemente innecesarios.

El proceso electoral que termina se ha caracterizado por ser grosero, sarcástico y mentiroso de parte de un grupo de políticos fracasados, que en su desesperación por ocultar su borrascoso pasado ha jugado con la paciencia de la gente; se han burlado de los jóvenes, enfermos y jubilados, y lo que es más grave, se han convertido en corresponsables de numerosos abusos, farsas y actos siniestros que han desdoblado la personalidad de sus actores que se niegan a ser parte de la comunidad, por no tener ideas ni sentido común para llegar al pueblo y hacer de éste un país de paz. El sobrevivir con la inercia del pasado no ha sido suficiente para cambiar el discurso del ‘ya lo hicimos’.

Algunos funcionarios públicos han hecho de la democracia un juego de propaganda política, influyendo desde sus cargos a favor de una aspirante anodina que tiene su equipo de asesores en el exilio, contraviniendo descaradamente el Código de la Democracia, con la impavidez de los organismos de control electoral que no se han dado por enterados o se han negado a hacer respetar la ley que rige para todos los ecuatorianos. Esta infracción grave es sancionada con multa de 21 a 70 salarios básicos, destitución del cargo y pérdida de los derechos de participación de dos a cuatro años.

El Tribunal Contencioso Electoral tiene la obligación de hacer respetar la ley ante cualquier autoridad que haciendo uso de los bienes públicos, horario de trabajo e indumentaria de la institución pública en la que ‘trabaja’ haga proselitismo político en favor de algún candidato. El TCE tiene la palabra.