Saber usar los sentidos

Rodrigo Contero Peñafiel
Rodrigo Contero Peñafiel

Rodrigo Contero Peñafiel

Muchas personas no se exigen a sí mismas, sino al mundo y a la vida; todo lo que el Estado o los particulares puedan darles será bienvenido, sin dar nada a cambio. Esas mismas personas, en la política, se exigen muy poco a sí mismas, pero esperan mucho de los demás, buscan el respaldo y aprobación de sus actos, sin dar nada a cambio ni esforzarse por trabajar.

La actitud pasiva ante la vida les llena los sentimientos negativos, relacionados con lo que han llegado o pueden llegar a ser. Utilizan modos o métodos astutos para que todo les llegue sin ningún esfuerzo, base fundamental del populismo corrompido que todo lo puede quitando a los demás o recibiendo coimas para enriquecerse sin ningún esfuerzo con la práctica de teorías de izquierda o derecha, pero con intereses individuales o de grupos. Como popularmente se dice, no es lo que entra por la boca lo que corrompe a las personas, sino lo que sale de ella; es decir es la distorsión del pensamiento, la razón y el intelecto lo que destruye los sentidos.

Muchas personas buscan culpar a otras, a las circunstancias o lo que se les ocurra, de ser la causa de sus fracasos, pero se atribuyen a sí mismas el éxito de los demás. El comportamiento de mucha gente es vivir el pasado escabroso, subestimar sus propias responsabilidades para dar importancia a lo que hoy pudo haber salido mal, para atacar, tomar venganza, inventar cualquier excusa para intentar destruir leyes, normas y reglamentos, con el único fin de justificarse a sí mismos, sus cabecillas y el séquito de aduladores y coidearios, a quienes no les importa la cultura, la honestidad, ni honor de nadie.

Las consecuencias son previsibles. Esta gente se considera víctima de las circunstancias, no toma en serio la posibilidad de razonar para cambiar el rumbo de sus vidas. Recuperar la razón en la política parece imposible; el protagonismo y la ambición hace que los intereses personales persistan, aplicando estímulos paranoides que deslegitiman la libertad y el pensamiento como mecanismo adecuado para razonar. Póngale nombre y apellido a quienes todos los días dan muestras permanentes de irracionalidad.